INTELIGENCIA URBANA, por Fernando Murillo

Vivimos la era urbana. El hecho histórico que ya la mayoría de la población mundial viva en ciudades lleva a la repetición hasta el cansancio la idea de que la urbanización concentra la esperanza de solución a todos los males de la humanidad. No hay conferencia o reunión que se precie de internacional que no pondere las virtudes de una buena urbanización con soluciones a problemas tan complejos como las desigualdades sociales expresados en formas distintas como los descalabros ambientales tornando regiones enteras inhabitables. O los problemas económicos y financieros de administraciones locales cuyos recursos resultan ampliamente insuficientes para sostener una infraestructura productiva mínima que proporcione empleo y bienestar estable para algún porcentaje de su población económicamente activa. Siempre, como un mantra, se vuelve a señalar la ciudad como la invención humana por excelencia, cuyas economías de aglomeración, conectividad y liderazgo va encontrando soluciones adecuadas a cada problema encontrado, avanzando airosa hacia nuevos desafíos.

A tal punto llega el enamoramiento con las ciudades que se las denomina como inteligentes a aquellas que valiéndose de tecnologías de última generación resuelven con economías de recursos problemas de tránsito, transporte urbano o recolección de residuos sólidos, haciendo usos de sistemas informáticos eficientes. Para hacer uso eficiente de los recursos energéticos, las ciudades inteligentes operan, entre otras cosas, el alumbrado eléctrico con sistemas computarizados que se encienden automáticamente en función de la necesidad e incorporan sistemas de captación y uso de energía solar, en lugar de energías convencionales que son más caras y con impactos ambientales indeseables. En contraste, aquellas ciudades que no lo hacen, por descarte son percibidas como ciudades no-inteligentes. Claro que una ciudad inteligente no es cualquiera, sino aquellas que hacen un despliegue de recursos aplicando sistemas de última generación que producen transformaciones impresionantes en la forma en las que la gente vive, se mueve, trabaja y se recrea, que en general tiende a coincidir con las famosas “ciudades globales”. Esas que concentran inversiones internacionales y tienen la capacidad de innovación suficiente para llevar adelante procesos que serían inviables para ciudades de menor tamaño de población y capital financiero. Tales ciudades llaman la atención de la comunidad científica-tecnológica y del público en general como promesas de soluciones integrales, atrayendo además migraciones de personas proveniente de regiones y ciudades donde las perspectivas de progreso y sobrevivencia son limitadas. Así pues. Londres, Nueva York, Tokio o Dubái, tienen la capacidad de reinventarse permanentemente a partir de paradigmas futuristas de progreso y bienestar en un marco ético de reducción de emisiones de gases a la atmósfera y compromisos ambientales propios del siglo XXI. No son ciertamente ciudades cualesquiera, tienen densidades y estructuras que les permiten funcionar como centros mundiales de innovación. Paradójicamente, frente a este despliegue de optimismo se antepone el número inédito de 65 millones de personas desplazadas, más del doble de los desplazados por la segunda guerra mundial, quienes se suman a un buen porcentaje de la humanidad que vive en condiciones sobrehumanas de pobreza y marginalidad, sin acceso a recursos esenciales como agua, alimento o techo. Ciudades como Amman, Beirut, Ankara, Atenas o Estambul enfrentan el desafío de proveer de servicios a una población que se duplica o triplica con personas expulsadas de otras regiones. La ciudad inteligente resulta, según los casos, o bien excusada de tales desafíos ya que este “problema” no llega a sus territorios, y cuando llega, revela entonces una naturaleza dual: resuelve en forma asombrosa problemas cotidianos para quienes pueden pagarlo y son contribuyentes de la sociedad local pudiente. Pero tristemente tiende a controlar y expulsar en forma eficiente con una parafernalia de sistemas de seguridad de última generación para quienes lastimosamente quedan fuera del sistema.

Ante nuevos muros de infamia, de separación entre poblaciones, surgen otras formas de inteligencia, no relacionada solamente con lo tecnológico sino también con nuevas formas de organizarse e interactuar entre aquellas poblaciones que resultan segregadas de los beneficios de las ciudades inteligentes. Así pues, ante acelerados procesos de neo-colonización y fragmentación de poblaciones desplazadas surgen nuevas formas de resistencia y movilización utilizando las nuevas redes sociales y re-descubriendo los espacios públicos como inspiración para cimentar defensas de barrios y causas populares. Los asentamientos informales estratégicamente localizados y de densidad media y alta a nivel global demuestran una capacidad de impulsar economías locales que, cuando son documentadas en forma sistemática, dejan boquiabiertos a los economistas mas ortodoxos creyentes en la libertad de mercados y la eficiencia. El concepto de inteligencia urbana como esa capacidad colectiva de re-pensar y transformar la ciudad en un espacio de igualación y progreso moral es un acto revolucionario en si mismo, no de nuestros días, sino desde el origen mismo de la sociedad gregaria. Una mirada integral del cumplimiento de derechos humanos involucra formas de urbanismo que fundamentados en una convicción de las políticas sociales que puedan impulsar la defensa de los mas débiles a partir de sistemas mas eficientes de energía, protección del ambiente y fortalecimiento de economías que funcionen a partir de la generación y distribución del empleo local. En este sentido, una forma de transformar procesos de urbanización en medios de conquista de derechos radica precisamente en dejar de ver los temas de urbanización como un fenómeno global y homogéneo, mas densificación, usos de suelo mixto y tecnología, para de una vez por todas empezar a prestar atención a los matices que ofrecen esos mismos procesos en distintas ciudades. Es una realidad que no todas las ciudades pueden aplicar pautas de densificación o usos de suelo y tecnologías iguales. Eso depende de factores geográficos, económicos y culturales que un buen urbanista no puede ignorar.

Una ciudad realmente inteligente no es aquella que aplica una determinada tecnología o estrategia, sino ciertamente aquella que priorice una agenda de derechos y busca los recursos para lograrlo en forma mas efectiva. La urbanización de asentamientos informales ofrece ciertamente un medio de demostrar como la densificación y usos de suelo mixto generan condiciones de progreso cuando existe un nivel de organización comunitaria que sostiene procesos de distribución de ingresos y saberes. El problema es cuando la ciudad inteligente es entendida como la aplicación de tecnologías importadas para beneficio de clases privilegiadas exclusivamente utilizadas precisamente para profundizar las diferencias entre sectores que aprovechan los beneficios del progreso y quienes quedan afuera. Es responsabilidad de los urbanistas jugar un papel central en asegurar que ello no ocurra y que los beneficios financiados por el conjunto de la sociedad sirvan al propósito de igualar y cumplir en forma progresiva derechos fundamentales. Una región en la que una ciudad supuestamente inteligente coloniza a otras ciudades no es un modelo sustentable de desarrollo. Re-pensar la justicia social desde la óptica del urbanismo es ciertamente un desafío pendiente que no puede ser ignorado. 

FERNANDO MURILLO

MARZO 2018

 

*FERNANDO MURILLO – ARQUITECTO Y URBANISTA

Arquitecto, Magíster en Planificación Urbana y Regional (UBA). Doctor en Arquitectura y Urbanismo (UBA). Estudió desarrollo de recursos humanos en IHS (Institute for Housing and Urban Development Studies de Rotterdam) y desarrolló investigaciones sobre intervenciones urbanas en ciudades holandesas (TU Delft).

Docente, investigador de la Universidad de Buenos Aires especializado en temas urbano-habitacionales con foco en comunidades vulnerables y desplazados. Líder del equipo de evaluación del Global Development Network (GDN) en investigación aplicada a los procesos de urbanización en América Latina, Asia y África. También es profesor titular de la Universidad Católica de Salta (UCASAL). Dirigió múltiples proyectos de investigación (UBACyT, Agencia Nacional de Investigación y United Nations Research Institute for Social Development)

Consultor de la Agencia Hábitat de las Naciones Unidas (ONU Hábitat y ACNUR) en temas de planeamiento urbano-regional y construcción de vivienda social en países de África, 15.000 viviendas en el Sur Sudan, 1200 en Darfur, Sudan y Ruanda. En el oriente medio se desempeñó como líder de proyecto de planeamiento territorial en la Franja de Gaza y construcción de 12.000 unidades de vivienda social. En América Latina ha trabajado con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Nicaragua, Panamá y en Colombia. Recientemente, se desempeñó como consultor senior de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en la redacción del capítulo de América Latina del Reporte Mundial “Urbanización y Migración” y del Ministerio de Planificación y Servicios Públicos de la Nación para el desarrollo de lineamientos de planificación territorial (Argentina). Recientemente trabaja con el Banco Mundial en proyectos de integración de refugiados en Zambia estuvo a cargo de desarrollar un plan de inclusión local de ex-refugiados elegibles para optar por ciudadanía en Zambia y desarrollo de planes para potenciar las economías de aglomeración en Argentina.

Fuente: http://www.ciham.org/fernando-murillo/                                                                                                                              Imágenes del autor

UN PROYECTO DE PAIS : El dispositivo argentino, por Luis Elio Caporossi

Los países, con el tiempo, son estructurados por una infraestructura que los organiza.

La Argentina, construyó un dispositivo que reitera un  claro patrón de focalización: su innegable fuerza simbólica desalienta abstractas apelaciones al federalismo. Si analizamos el país total, las 15 primeras rutas nacionales pavimentadas numeradas en el sentido del reloj  conectaron al Puerto con cada una de las capitales provinciales desde Ushuaia a Jujuy: un abanico convergente sobre Buenos Aires.

El ejido de  Buenos Aires delimita una segunda escala: muestra como esas rutas reformuladas en  grandes avenidas ahora convergen en abanico sobre la gran colectora: la 9 de Julio.

La tercera escala es barrial  y  da significación funcional y simbólica a toda la estructura: todo el sistema ,ya colectado en la 9 de Julio ahora es re-conducido a la Avenida de Mayo para confluir sobre la Plaza homónima donde la fachada de la casa Rosada y su balcón oculta en la contra fachada la existencia de la Aduana y su subterránea relación con el Afuera. La circunstancia, en esta escala, que esta disposición tuvo el costo de la doble  amputación del Cabildo, refuerza su  sentido simbólico.

El Dispositivo está orientado, hacia el Este puede leerse como peldaños de  un escalafón: de Intendente a Gobernador y de Gobernador a Presidente, en sentido contrario es una máquina que reformula a Santos Gobernadores Federales en Salvajes Presidentes Unitarios. Es una máquina que ordena el poder.

También hacia el Oeste  acumula y apila población en los sucesivos cinturones que presionan contra la Gral. Paz causa final de un notable desequilibro demográfico, graves desajustes ambientales, y la precarización permanente de las periferias.

Esta concentración  es más llamativa si consideramos su contracara el progresivo despoblamiento de pequeños y medianos centros urbanos de nuestra pampa húmeda, tercera gran llanura planetaria y la extensión del propio País, octava geografía mundial.

Durante estos últimos 200 años Nadie construyó el dispositivo pero Todos, aún a su pesar, lo perfeccionaron.

Las discrepancias  entre Unitarios y -Federales, Gobiernos militares y democráticos y otros extrañamente se disfuman ante la firme coherencia centralizadora de gestiones ideológicamente contrapuestas. Esta coherencia es la suma de diversas y dispersas acciones y omisiones.

Quizás el dispositivo, iniciado con el  Virreinato del Rio de la Plata, adquirió capacidad de auto organización alimentándose incluso de la iniciativas descentralizadoras :la creación de la ciudad de La Plata, termina sirviendo a intereses opuestos al fundarla contigua al Foco del sistema. De igual manera fracasaron los intentos de descentralización del 83. Esta perversión es genética  y ya la bicefalizacion del Virreinato crea una cabecera que tras la  función declarada de  impedir el contrabando, lo que hace es regularlo al servicio de los porteños. La expresión “Se Acata pero NO se cumple” inaugura una larga serie  de precisas perplejidades entre las cuales las teorías  de la subrogación y de la retroversión  de la Revolución de Mayo no son las menores. Obviamente el dispositivo puede ser leído como un proyecto  hecho  en, desde, y para  la ciudad de  Buenos Aires.  

El dispositivo  permite descifrar  la expresión que entiende a la Argentina como “Buenos Aires y el Interior”. Misteriosamente un territorio tan geográficamente expuesto al exterior como La Patagonia es pensado como «El interior» El país que se  deja percibir por el dispositivo comienza un poco  más acá de sus límites: La Cordillera , El Rio de la Plata, y el Atlántico, son fondos de pantalla, escenografías no accesibles, una  ambigua zona de «sueñera y de barro» que nos protegen de las maldades del  mundo.

Ningún dispositivo es neutro  y  su  ordenada fractalidad encubre un esquema jerárquico  permitiendo adivinar una habitualidad en el maltrato. Su perfeccionamiento requirió tanto el desmantelamiento del sistema ferroviario (que funcionaba en red) como un sistema vial en competencia con el mismo  y el abandono de la red rural .La combinación de estas  acciones  condenaron a la desconexión y posterior emigración a innumerables centros urbanos del interior y por ende a las regiones que estructuraban .

Si estos procesos por  su gradualismo están invisibilizados, no lo está  el costo en vidas por accidentes viales, que conlleva la mezcla de viajes de larga y corta distancia   de carga y turismo y el alto costo logístico que sufre la producción.

Por último se trata de un dispositivo panóptico de control que pisa e ignora  tanto  el entrelazado histórico que conforman nuestras regiones y nuestras provincias como las realidades interjuridiccionales que las recorren como cuencas hídricas y trazas ferroviarias Esta híper centralización fue replicado en los principales centros urbanos con expansiones  periféricas  de baja densidad .   Así  la perdida  de relaciones interregionales se replicaron en la  escala urbana.

Las villas de emergencia en el sistema informal y barrios cerrados  en   los  espacios periurbanos de nuestras principales ciudades son perforaciones del espacio común que celebraban diversidades reemplazándolo por enclaves de iguales. Ambas enclaves aislados  y defendidos por muros y seguridad privada perpetúan una profunda segregación social sobre un territorio fragmentado. Esto ocurre cuando al interior  un parque de viviendas y una  infraestructura subutilizada esperan la señal de su recuperación. Hay que preguntarse cómo será la Argentina de 2030  si estos temas no  tienen agenda y no  empezamos a producir modelos territoriales alternativos  que reconstruyan  las relaciones de proximidad  y el funcionamiento en red original . Las infraestructuras no son neutras y en su diseño se juega el futuro de la Nación.

L. CAPOROSSI

JUNIO-OCTUBRE 2017

 

*LUIS H.CAPOROSSI- ARQUITECTO Y URBANISTA

«Fue Profesor Titular del Taller del Arq. Soto de la FAU, y de las cátedras de Ingeniería Civil I y Diseño Arquitectónico y Planeamiento, hasta la fecha, en Universidad Tecnológica Nacional, Facultad Regional Bahía Blanca. Fue jurado de numerosos concursos nacionales y provinciales. Participó en numerosas jornadas y congresos nacionales e internacionales, referidos a educación, y realizó destacadas publicaciones. Su obra cubre temáticas  y escalas  diversas: vivienda individual y colectiva, edificios públicos, proyectos urbanos y planeamiento territorial. Sus investigaciones parten de un concepto amplio de arquitectura como soporte de la vida asociada y de las relaciones entre necesidades sociales y proyectos.»

Fuente bio: http://www.fau.unlp.edu.ar/index.php/content/note/570

 

EL SISTEMA CORROMPE, LOS HECHOS COTIDIANOS TAMBIÉN por Eugenia Jaime

Entre desigualdades urbanas y desigualdades de género
Eugenia Jaime, en Proyecto Habitar

Hoy leí en el periódico que una niña de 13 años era abusada por un familiar a cambio de “regalos”, tales como “gaseosas, cargas virtuales a su celular o a la tarjeta SUBE”.  

La niña fue corrompida a cambio de objetos que podríamos denominar de consumo básico, y esto hace más aberrante y siniestro el abuso.

Esta noticia me estremeció, repase mentalmente los procesos de urbanización que se están dando hoy en la Ciudad de Buenos Aires y por un momento, identifique un abuso similar en el modo en que se establecen las relaciones entre los procesos y las acciones.

El Gobierno de la Ciudad está corrompiendo a los pobladores a cambio de canchas de futbol, pintura de fachadas, y viviendas. Esta imposición viola la libertad de los pobladores convirtiendo el valor de uso que le dan a la ciudad en valor de cambio.

Estos actos generan una dependencia absoluta entre los pobladores y las autoridades del Gobierno de la Ciudad quienes los tienen de rehenes de los acuerdos millonarios que realizan en torno a este proceso.

La cancha es un regalo que le permite al gobierno de la ciudad acceder al corazón del barrio. Una vez allí la autoridad de la ciudad destina recursos públicos a la contratación de empresas privadas y profesionales extranjeros que definen los aspectos simbólicos del espacio dando lugar a la libre elección sobre cuestiones menores, hecho que redunda en el consumo de la participación.

La pintura de fachadas es un entretenimiento, una forma de justificar el ingreso del capital, los créditos, las hipotecas y los desalojos. El maquillaje aparenta un cambio material en el acceso a los recursos, otro estado de cosas. Con esta nueva cara se puede pedir a los pobladores que privaticen su barrio, su casa, sus vidas.

La construcción de viviendas necesarias por cierto, distrae la desviación de recursos hacia otras obras de mayor envergadura que les permiten la reproducción del capital. Las viviendas movilizan profesionales bien intencionados que también son abusados por su ingenuidad.

Tenemos ante nuestros ojos un enorme desafío, asumir que los procesos de urbanización tal y cual se están dando consolidan el abuso a los pobladores que ya sufren la opresión diaria del desigual acceso a la ciudad o bien seguir pensando que esto es un caso aislado, que ocurrió por un descuido de los pobladores y que no va a volver a suceder.

Somos tod@s n@sotr@s l@s responsables de construir este debate y transformar esta macabra operación.