Entre desigualdades urbanas y desigualdades de género
Eugenia Jaime, en Proyecto Habitar

Hoy leí en el periódico que una niña de 13 años era abusada por un familiar a cambio de “regalos”, tales como “gaseosas, cargas virtuales a su celular o a la tarjeta SUBE”.  

La niña fue corrompida a cambio de objetos que podríamos denominar de consumo básico, y esto hace más aberrante y siniestro el abuso.

Esta noticia me estremeció, repase mentalmente los procesos de urbanización que se están dando hoy en la Ciudad de Buenos Aires y por un momento, identifique un abuso similar en el modo en que se establecen las relaciones entre los procesos y las acciones.

El Gobierno de la Ciudad está corrompiendo a los pobladores a cambio de canchas de futbol, pintura de fachadas, y viviendas. Esta imposición viola la libertad de los pobladores convirtiendo el valor de uso que le dan a la ciudad en valor de cambio.

Estos actos generan una dependencia absoluta entre los pobladores y las autoridades del Gobierno de la Ciudad quienes los tienen de rehenes de los acuerdos millonarios que realizan en torno a este proceso.

La cancha es un regalo que le permite al gobierno de la ciudad acceder al corazón del barrio. Una vez allí la autoridad de la ciudad destina recursos públicos a la contratación de empresas privadas y profesionales extranjeros que definen los aspectos simbólicos del espacio dando lugar a la libre elección sobre cuestiones menores, hecho que redunda en el consumo de la participación.

La pintura de fachadas es un entretenimiento, una forma de justificar el ingreso del capital, los créditos, las hipotecas y los desalojos. El maquillaje aparenta un cambio material en el acceso a los recursos, otro estado de cosas. Con esta nueva cara se puede pedir a los pobladores que privaticen su barrio, su casa, sus vidas.

La construcción de viviendas necesarias por cierto, distrae la desviación de recursos hacia otras obras de mayor envergadura que les permiten la reproducción del capital. Las viviendas movilizan profesionales bien intencionados que también son abusados por su ingenuidad.

Tenemos ante nuestros ojos un enorme desafío, asumir que los procesos de urbanización tal y cual se están dando consolidan el abuso a los pobladores que ya sufren la opresión diaria del desigual acceso a la ciudad o bien seguir pensando que esto es un caso aislado, que ocurrió por un descuido de los pobladores y que no va a volver a suceder.

Somos tod@s n@sotr@s l@s responsables de construir este debate y transformar esta macabra operación.

 

 

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Proyecto Habitar