INTELIGENCIA URBANA, por Fernando Murillo

Vivimos la era urbana. El hecho histórico que ya la mayoría de la población mundial viva en ciudades lleva a la repetición hasta el cansancio la idea de que la urbanización concentra la esperanza de solución a todos los males de la humanidad. No hay conferencia o reunión que se precie de internacional que no pondere las virtudes de una buena urbanización con soluciones a problemas tan complejos como las desigualdades sociales expresados en formas distintas como los descalabros ambientales tornando regiones enteras inhabitables. O los problemas económicos y financieros de administraciones locales cuyos recursos resultan ampliamente insuficientes para sostener una infraestructura productiva mínima que proporcione empleo y bienestar estable para algún porcentaje de su población económicamente activa. Siempre, como un mantra, se vuelve a señalar la ciudad como la invención humana por excelencia, cuyas economías de aglomeración, conectividad y liderazgo va encontrando soluciones adecuadas a cada problema encontrado, avanzando airosa hacia nuevos desafíos.

A tal punto llega el enamoramiento con las ciudades que se las denomina como inteligentes a aquellas que valiéndose de tecnologías de última generación resuelven con economías de recursos problemas de tránsito, transporte urbano o recolección de residuos sólidos, haciendo usos de sistemas informáticos eficientes. Para hacer uso eficiente de los recursos energéticos, las ciudades inteligentes operan, entre otras cosas, el alumbrado eléctrico con sistemas computarizados que se encienden automáticamente en función de la necesidad e incorporan sistemas de captación y uso de energía solar, en lugar de energías convencionales que son más caras y con impactos ambientales indeseables. En contraste, aquellas ciudades que no lo hacen, por descarte son percibidas como ciudades no-inteligentes. Claro que una ciudad inteligente no es cualquiera, sino aquellas que hacen un despliegue de recursos aplicando sistemas de última generación que producen transformaciones impresionantes en la forma en las que la gente vive, se mueve, trabaja y se recrea, que en general tiende a coincidir con las famosas “ciudades globales”. Esas que concentran inversiones internacionales y tienen la capacidad de innovación suficiente para llevar adelante procesos que serían inviables para ciudades de menor tamaño de población y capital financiero. Tales ciudades llaman la atención de la comunidad científica-tecnológica y del público en general como promesas de soluciones integrales, atrayendo además migraciones de personas proveniente de regiones y ciudades donde las perspectivas de progreso y sobrevivencia son limitadas. Así pues. Londres, Nueva York, Tokio o Dubái, tienen la capacidad de reinventarse permanentemente a partir de paradigmas futuristas de progreso y bienestar en un marco ético de reducción de emisiones de gases a la atmósfera y compromisos ambientales propios del siglo XXI. No son ciertamente ciudades cualesquiera, tienen densidades y estructuras que les permiten funcionar como centros mundiales de innovación. Paradójicamente, frente a este despliegue de optimismo se antepone el número inédito de 65 millones de personas desplazadas, más del doble de los desplazados por la segunda guerra mundial, quienes se suman a un buen porcentaje de la humanidad que vive en condiciones sobrehumanas de pobreza y marginalidad, sin acceso a recursos esenciales como agua, alimento o techo. Ciudades como Amman, Beirut, Ankara, Atenas o Estambul enfrentan el desafío de proveer de servicios a una población que se duplica o triplica con personas expulsadas de otras regiones. La ciudad inteligente resulta, según los casos, o bien excusada de tales desafíos ya que este “problema” no llega a sus territorios, y cuando llega, revela entonces una naturaleza dual: resuelve en forma asombrosa problemas cotidianos para quienes pueden pagarlo y son contribuyentes de la sociedad local pudiente. Pero tristemente tiende a controlar y expulsar en forma eficiente con una parafernalia de sistemas de seguridad de última generación para quienes lastimosamente quedan fuera del sistema.

Ante nuevos muros de infamia, de separación entre poblaciones, surgen otras formas de inteligencia, no relacionada solamente con lo tecnológico sino también con nuevas formas de organizarse e interactuar entre aquellas poblaciones que resultan segregadas de los beneficios de las ciudades inteligentes. Así pues, ante acelerados procesos de neo-colonización y fragmentación de poblaciones desplazadas surgen nuevas formas de resistencia y movilización utilizando las nuevas redes sociales y re-descubriendo los espacios públicos como inspiración para cimentar defensas de barrios y causas populares. Los asentamientos informales estratégicamente localizados y de densidad media y alta a nivel global demuestran una capacidad de impulsar economías locales que, cuando son documentadas en forma sistemática, dejan boquiabiertos a los economistas mas ortodoxos creyentes en la libertad de mercados y la eficiencia. El concepto de inteligencia urbana como esa capacidad colectiva de re-pensar y transformar la ciudad en un espacio de igualación y progreso moral es un acto revolucionario en si mismo, no de nuestros días, sino desde el origen mismo de la sociedad gregaria. Una mirada integral del cumplimiento de derechos humanos involucra formas de urbanismo que fundamentados en una convicción de las políticas sociales que puedan impulsar la defensa de los mas débiles a partir de sistemas mas eficientes de energía, protección del ambiente y fortalecimiento de economías que funcionen a partir de la generación y distribución del empleo local. En este sentido, una forma de transformar procesos de urbanización en medios de conquista de derechos radica precisamente en dejar de ver los temas de urbanización como un fenómeno global y homogéneo, mas densificación, usos de suelo mixto y tecnología, para de una vez por todas empezar a prestar atención a los matices que ofrecen esos mismos procesos en distintas ciudades. Es una realidad que no todas las ciudades pueden aplicar pautas de densificación o usos de suelo y tecnologías iguales. Eso depende de factores geográficos, económicos y culturales que un buen urbanista no puede ignorar.

Una ciudad realmente inteligente no es aquella que aplica una determinada tecnología o estrategia, sino ciertamente aquella que priorice una agenda de derechos y busca los recursos para lograrlo en forma mas efectiva. La urbanización de asentamientos informales ofrece ciertamente un medio de demostrar como la densificación y usos de suelo mixto generan condiciones de progreso cuando existe un nivel de organización comunitaria que sostiene procesos de distribución de ingresos y saberes. El problema es cuando la ciudad inteligente es entendida como la aplicación de tecnologías importadas para beneficio de clases privilegiadas exclusivamente utilizadas precisamente para profundizar las diferencias entre sectores que aprovechan los beneficios del progreso y quienes quedan afuera. Es responsabilidad de los urbanistas jugar un papel central en asegurar que ello no ocurra y que los beneficios financiados por el conjunto de la sociedad sirvan al propósito de igualar y cumplir en forma progresiva derechos fundamentales. Una región en la que una ciudad supuestamente inteligente coloniza a otras ciudades no es un modelo sustentable de desarrollo. Re-pensar la justicia social desde la óptica del urbanismo es ciertamente un desafío pendiente que no puede ser ignorado. 

FERNANDO MURILLO

MARZO 2018

 

*FERNANDO MURILLO – ARQUITECTO Y URBANISTA

Arquitecto, Magíster en Planificación Urbana y Regional (UBA). Doctor en Arquitectura y Urbanismo (UBA). Estudió desarrollo de recursos humanos en IHS (Institute for Housing and Urban Development Studies de Rotterdam) y desarrolló investigaciones sobre intervenciones urbanas en ciudades holandesas (TU Delft).

Docente, investigador de la Universidad de Buenos Aires especializado en temas urbano-habitacionales con foco en comunidades vulnerables y desplazados. Líder del equipo de evaluación del Global Development Network (GDN) en investigación aplicada a los procesos de urbanización en América Latina, Asia y África. También es profesor titular de la Universidad Católica de Salta (UCASAL). Dirigió múltiples proyectos de investigación (UBACyT, Agencia Nacional de Investigación y United Nations Research Institute for Social Development)

Consultor de la Agencia Hábitat de las Naciones Unidas (ONU Hábitat y ACNUR) en temas de planeamiento urbano-regional y construcción de vivienda social en países de África, 15.000 viviendas en el Sur Sudan, 1200 en Darfur, Sudan y Ruanda. En el oriente medio se desempeñó como líder de proyecto de planeamiento territorial en la Franja de Gaza y construcción de 12.000 unidades de vivienda social. En América Latina ha trabajado con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Nicaragua, Panamá y en Colombia. Recientemente, se desempeñó como consultor senior de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en la redacción del capítulo de América Latina del Reporte Mundial “Urbanización y Migración” y del Ministerio de Planificación y Servicios Públicos de la Nación para el desarrollo de lineamientos de planificación territorial (Argentina). Recientemente trabaja con el Banco Mundial en proyectos de integración de refugiados en Zambia estuvo a cargo de desarrollar un plan de inclusión local de ex-refugiados elegibles para optar por ciudadanía en Zambia y desarrollo de planes para potenciar las economías de aglomeración en Argentina.

Fuente: http://www.ciham.org/fernando-murillo/                                                                                                                                                                                                                     imágenes del autor

¿QUÉ SIGINIFICA EL 24 DE MARZO?

Esta pregunta ha estado en constante construcción, a lo largo de estos 33 años, luego de aquel día donde el fiscal Strassera pronunciara el “Nunca Más” en su alegato final del juicio a la Junta Militar en 1985.

Un 24 de marzo como hoy, hace 42 años, se iniciaba el proceso de reorganización nacional. No se trata de una fecha conmemorativa, no es la historia de manual lo que queremos recordar, sino que invitamos a reflexionar sobre  nuestra historia en un proceso. Un proceso histórico que tiene antecedentes antes de esa fecha y  que continua desarrollándose más allá de aquel espantoso día. Entonces, nos reubicamos en este 24 de marzo, pero no en una fecha precisa, sino en un proceso complejo, para identificar que hay detrás de esta gran piedra de políticas neoliberales que llegaron con los militares y persisten en la actualidad.

En 1976, la dictadura cívico militar se autoproclamó cínicamente “Proceso de Reorganización Nacional”. La idea de reorganización hace pensar en un proceso previo de desorden que los militares buscaban erradicar. Para ello implantaron políticas en las que prevalecían los privilegios de las clases dominantes, accionando sobre las ideas y los cuerpos de aquellos que tuvieran intenciones de transformar la realidad desigual que reinaba. Trabajadores, delegados barriales, profesionales, militantes, mujeres y hombres que con sus vidas y sus obras perseguían una dirección trazada por su lucha, en pos de alcanzar niveles de trato social más elevado.

A pesar de los enormes obstáculos que nos dejó la dictadura, hoy, como ayer, podemos reconocer la necesidad de luchar para transformar las injusticias que nos atraviesan día a día.

Las políticas aplicadas por aquel proceso tienen consecuencias visibles, 30.000 compañerxs desaparecidxs como el símbolo más violento de esta lucha. Pero también dejaron su impronta en las obras de la ciudad “ideal”, planificada para el modelo urbano homogéneo y excluyente que perseguía la dictadura.

Los resultados de 7 años de dictadura, han sido tan profundos, que aún luego de 35 años de democracia, continúan oprimiendo a las minorías, a los pobladores de los barrios, a los trabajadores de la economía popular. En la Ciudad de Buenos Aires estas marcas aún persisten y determinan las posibilidades y las limitaciones para moverse, acceder, e incluir a sus habitantes. En la Pcia de Buenos Aires las normas de la política urbana mantienen vigente una  Ley de Ordenamiento Territorial diseñada en plena dictadura que privilegia la propiedad privada, sin reconocer en la producción urbana la complejidad de los barrios populares, perpetuando la idea de una ciudad “para quien la merezca; para el que acepte pautas de vida, agradable y eficiente”. Excluyendo a las masas populares a villas y asentamientos, los cuales son consecuencia de esta producción urbana capitalista. En lo que refiere a la construcción, la dolarización del mercado de suelos, la especulación financiera y la venta de nuestras mejores tierras fueron el comienzo de una entrega que no cesó. Por sobre todo, se privilegió la continuidad de la reproducción del capital, se favoreció impunemente a las clases dominantes, a la liberalización de la ciudad y a la individualización del crédito, profundizando la brecha entre los que más y menos tienen.

Marchar el 24 de marzo no nos debe encontrar distraídos. Debemos estar lúcidos, salir a la calle para cuestionar lo dado, replantearnos y posicionarnos como protagonistas en la lucha cotidiana. Así continuaremos arrojando luz sobre la oscuridad, como lo hicieron tantos jóvenes hoy más maduros o desaparecidos. No podemos caer en un paso superficial, esta es una jornada para continuar la lucha histórica y cotidiana; no es una conmemoración formal.

No se trata del consumo alrededor de la idea de la memoria, del “Nunca Más”. Si así fuera,  corremos el riesgo de vaciar su contenido, si nuestra lucha no busca una realidad más equitativa. La continuidad del proceso histórico tiene que permitir reconocer y restituir aquellos puentes que nos permitan comprender la historia en su totalidad, que reconozcan las prácticas transformadoras que se llevaron adelante, y también visibilicen las acciones represivas que aún persisten en nuestro territorio.

Encontrémonos en los barrios, junto con las organizaciones y los pobladores, exigiendo políticas inclusivas que instrumenten un cambio profundo y nos permita vivir una democracia plena, tanto desde las ideas como en las acciones. Las políticas urbanas promovidas por el golpe no distan de las que se impulsan actualmente. Es una maquinaria que continúa funcionando, y moldeando un sistema inaguantable. Como sociedad debemos pronunciarnos, visibilizando la obra, las prácticas y la vida de los que lucharon y aún luchan por esta transformación.

 

PROYECTO HABITAR

 

imagen 01: proyecto habitar / imagen 02: ezequiel biagioni

 

 

 

 

 

 

 

 

 

UN PROYECTO DE PAIS : El dispositivo argentino, por Luis Elio Caporossi

Los países, con el tiempo, son estructurados por una infraestructura que los organiza.

La Argentina, construyó un dispositivo que reitera un  claro patrón de focalización: su innegable fuerza simbólica desalienta abstractas apelaciones al federalismo. Si analizamos el país total, las 15 primeras rutas nacionales pavimentadas numeradas en el sentido del reloj  conectaron al Puerto con cada una de las capitales provinciales desde Ushuaia a Jujuy: un abanico convergente sobre Buenos Aires.

El ejido de  Buenos Aires delimita una segunda escala: muestra como esas rutas reformuladas en  grandes avenidas ahora convergen en abanico sobre la gran colectora: la 9 de Julio.

La tercera escala es barrial  y  da significación funcional y simbólica a toda la estructura: todo el sistema ,ya colectado en la 9 de Julio ahora es re-conducido a la Avenida de Mayo para confluir sobre la Plaza homónima donde la fachada de la casa Rosada y su balcón oculta en la contra fachada la existencia de la Aduana y su subterránea relación con el Afuera. La circunstancia, en esta escala, que esta disposición tuvo el costo de la doble  amputación del Cabildo, refuerza su  sentido simbólico.

El Dispositivo está orientado, hacia el Este puede leerse como peldaños de  un escalafón: de Intendente a Gobernador y de Gobernador a Presidente, en sentido contrario es una máquina que reformula a Santos Gobernadores Federales en Salvajes Presidentes Unitarios. Es una máquina que ordena el poder.

También hacia el Oeste  acumula y apila población en los sucesivos cinturones que presionan contra la Gral. Paz causa final de un notable desequilibro demográfico, graves desajustes ambientales, y la precarización permanente de las periferias.

Esta concentración  es más llamativa si consideramos su contracara el progresivo despoblamiento de pequeños y medianos centros urbanos de nuestra pampa húmeda, tercera gran llanura planetaria y la extensión del propio País, octava geografía mundial.

Durante estos últimos 200 años Nadie construyó el dispositivo pero Todos, aún a su pesar, lo perfeccionaron.

Las discrepancias  entre Unitarios y -Federales, Gobiernos militares y democráticos y otros extrañamente se disfuman ante la firme coherencia centralizadora de gestiones ideológicamente contrapuestas. Esta coherencia es la suma de diversas y dispersas acciones y omisiones.

Quizás el dispositivo, iniciado con el  Virreinato del Rio de la Plata, adquirió capacidad de auto organización alimentándose incluso de la iniciativas descentralizadoras :la creación de la ciudad de La Plata, termina sirviendo a intereses opuestos al fundarla contigua al Foco del sistema. De igual manera fracasaron los intentos de descentralización del 83. Esta perversión es genética  y ya la bicefalizacion del Virreinato crea una cabecera que tras la  función declarada de  impedir el contrabando, lo que hace es regularlo al servicio de los porteños. La expresión “Se Acata pero NO se cumple” inaugura una larga serie  de precisas perplejidades entre las cuales las teorías  de la subrogación y de la retroversión  de la Revolución de Mayo no son las menores. Obviamente el dispositivo puede ser leído como un proyecto  hecho  en, desde, y para  la ciudad de  Buenos Aires.  

El dispositivo  permite descifrar  la expresión que entiende a la Argentina como “Buenos Aires y el Interior”. Misteriosamente un territorio tan geográficamente expuesto al exterior como La Patagonia es pensado como «El interior» El país que se  deja percibir por el dispositivo comienza un poco  más acá de sus límites: La Cordillera , El Rio de la Plata, y el Atlántico, son fondos de pantalla, escenografías no accesibles, una  ambigua zona de «sueñera y de barro» que nos protegen de las maldades del  mundo.

Ningún dispositivo es neutro  y  su  ordenada fractalidad encubre un esquema jerárquico  permitiendo adivinar una habitualidad en el maltrato. Su perfeccionamiento requirió tanto el desmantelamiento del sistema ferroviario (que funcionaba en red) como un sistema vial en competencia con el mismo  y el abandono de la red rural .La combinación de estas  acciones  condenaron a la desconexión y posterior emigración a innumerables centros urbanos del interior y por ende a las regiones que estructuraban .

Si estos procesos por  su gradualismo están invisibilizados, no lo está  el costo en vidas por accidentes viales, que conlleva la mezcla de viajes de larga y corta distancia   de carga y turismo y el alto costo logístico que sufre la producción.

Por último se trata de un dispositivo panóptico de control que pisa e ignora  tanto  el entrelazado histórico que conforman nuestras regiones y nuestras provincias como las realidades interjuridiccionales que las recorren como cuencas hídricas y trazas ferroviarias Esta híper centralización fue replicado en los principales centros urbanos con expansiones  periféricas  de baja densidad .   Así  la perdida  de relaciones interregionales se replicaron en la  escala urbana.

Las villas de emergencia en el sistema informal y barrios cerrados  en   los  espacios periurbanos de nuestras principales ciudades son perforaciones del espacio común que celebraban diversidades reemplazándolo por enclaves de iguales. Ambas enclaves aislados  y defendidos por muros y seguridad privada perpetúan una profunda segregación social sobre un territorio fragmentado. Esto ocurre cuando al interior  un parque de viviendas y una  infraestructura subutilizada esperan la señal de su recuperación. Hay que preguntarse cómo será la Argentina de 2030  si estos temas no  tienen agenda y no  empezamos a producir modelos territoriales alternativos  que reconstruyan  las relaciones de proximidad  y el funcionamiento en red original . Las infraestructuras no son neutras y en su diseño se juega el futuro de la Nación.

 

Caporossi junio- octubre  2017

 

*LUIS H.CAPOROSSI- ARQUITECTO Y URBANISTA

«Fue Profesor Titular del Taller del Arq. Soto de la FAU, y de las cátedras de Ingeniería Civil I y Diseño Arquitectónico y Planeamiento, hasta la fecha, en Universidad Tecnológica Nacional, Facultad Regional Bahía Blanca. Fue jurado de numerosos concursos nacionales y provinciales. Participó en numerosas jornadas y congresos nacionales e internacionales, referidos a educación, y realizó destacadas publicaciones. Su obra cubre temáticas  y escalas  diversas: vivienda individual y colectiva, edificios públicos, proyectos urbanos y planeamiento territorial. Sus investigaciones parten de un concepto amplio de arquitectura como soporte de la vida asociada y de las relaciones entre necesidades sociales y proyectos.»

Fuente bio: http://www.fau.unlp.edu.ar/index.php/content/note/570

 

DECLARACIÓN ACUERDO POR LA URBANIZACIÓN DE LAS VILLAS: SOBRE LOS DESALOJOS EN LA V31

A partir del desalojo en Villa 31. Los conflictos se resuelven con más participación

En el Barrio Carlos Mugica (Villa 31), el sábado 24 de febrero dos familias que vivían en la futura traza de la autopista Illia fueron desalojadas de la vivienda en la que habitaban. La medida fue dispuesta por el Jefe de Gobierno con el argumento de que existía riesgo de derrumbe (provocado por el propio Gobierno al demoler los inmuebles lindantes). La relocalización forzosa se ejecutó con el despliegue de un operativo policial desmedido y culminó sentando un precedente pésimo para los procesos de reurbanización de villas. Es fundamental definir participativamente cómo encarar los conflictos propios de todo proceso de urbanización.

 

El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires dispuso desocupar por decreto (N° 61/18) -sin orden judicial- dos viviendas del Barrio Carlos Mugica.1 De esta manera, la Secretaría de Integración Social y Urbana eludió lo previsto en el Art. 9° de la Ley 3.343 -que prohíbe los desalojos forzosos en el marco del proceso de reurbanización del barrio, y establece pautas para llevar adelante las relocalizaciones que resulten necesarias-. La medida fue dispuesta, además, sin tener en cuenta los protocolos de relocalización vigentes2, que buscan resguardar los derechos de las y los habitantes.

La reurbanización de la Villa 31, que involucró la lucha de décadas de sus vecinos, implica la ejecución de un gran presupuesto por parte del Gobierno de la Ciudad a través de una Secretaría creada para ese fin hace más de dos años. Es previsible que en todo proceso que involucra realojos haya familias que, por distintas razones, no estén dispuestas a relocalizarse. A pesar de ello, al día de la fecha no hay un protocolo de relocalización que guíe, haga previsibles y ajuste a derecho las acciones del Gobierno de la Ciudad y de las fuerzas de seguridad en el barrio. Esta situación genera incertidumbre sobre cómo el Gobierno de la Ciudad tiene previsto actuar para resolver estas problemáticas. En este contexto, el modo en el que se resolvió el primero de este tipo de conflictos sienta un pésimo precedente.

En 2016, más de ochenta organizaciones presentamos el Acuerdo por la Urbanización de Villas3. Anticipando este tipo de conflictos, el Acuerdo enfatiza que la urbanización debe “evitar los desalojos y sustentarse en el principio de arraigo. Las relocalizaciones forzosas de población sólo deben llevarse a cabo en casos excepcionales, deben seguir un protocolo socialmente responsable de los derechos de dicha población”.

Allí también se explicita que se debe contemplar “la participación activa de los habitantes en el proceso de toma de decisiones en todas las etapas de la relocalización”, así como en todo el proceso de urbanización. Esto es clave, no sólo para respetar los derechos de los pobladores, sino para hacer viable y sustentable un proceso complejo y necesariamente conflictivo como la integración social y urbana de las villas, que no puede transformarse en un conjunto de mejoras barriales inconsultas. No es lo que ha ocurrido en la Villa 31-31bis, donde decisiones como la de trasladar la actual autopista Illia, el diseño y los materiales de las viviendas, y los términos de esta relocalización se adoptaron sin la participación adecuada de las y los habitantes.

Como señalamos en el Acuerdo, en concordancia con la normativa vigente, un protocolo socialmente responsable debe cumplir con los siguientes principios rectores:

– Los procesos de relocalización requieren un enfoque integral, ya que implican un cambio de hábitat que modifica el espacio físico y la cotidianeidad de los afectados (vivienda, salud, educación, economía doméstica, alimentos, recreación, entre otros aspectos). Asimismo, se debe contemplar las singularidades de cada barrio, así como la diversidad de situaciones que atraviesan las familias a relocalizar y ser especialmente sensible respecto al enfoque de género, que es un aspecto transversal a todas las etapas.

– El órgano responsable de la relocalización deberá promover el trabajo conjunto y articulado entre las diferentes dependencias estatales involucradas en el proceso, así como considerar que los procesos de relocalización afectan de manera diferencial a diversas poblaciones: a) la población a mudar; b) la población receptora de los relocalizados; c) la población que permanece en el sitio a relocalizar.

– El presupuesto del proceso de relocalización debe ser preparado y programado atendiendo a la totalidad de sus etapas -desde el diseño hasta la implementación y seguimiento posterior-, y se deben incorporar instancias de revisión permanente de las acciones llevadas a cabo y evaluación de la satisfacción de la población en relación con todas las etapas del proceso.

En síntesis, el proceso de integración social y urbana, en general, y las relocalizaciones involuntarias, en particular, deben desarrollarse sobre la base de procedimientos integrales, claros y participativos, en todas sus etapas, que resguarden los derechos de los pobladores, atendiendo especialmente al bienestar de niños, niñas y adolescentes. Para ello es imprescindible que las acciones del poder público respeten las definiciones, protocolos y normativa vigentes y respondan al objetivo de “integrar plenamente a las villas, urbanística y socialmente, revertir toda situación de segregación y garantizar el cumplimiento efectivo de derechos”.

 


1  Se invocó para ello el Art. 12 de la Ley de Procedimientos Administrativos, que faculta al Poder Ejecutivo a disponer desocupaciones de inmuebles por vía administrativa en supuestos específicos -incluyendo el riesgo de derrumbe.-

Instituto de Vivienda de la Ciudad,(Res Int N° 3602/IVC/15 – BO 4833), ACUMAR (Resolución 420-E/2017 – BO  22/12/2017), entre otros.

http://acuerdoporlaurbanizacion.org

 

Son parte del Acuerdo por la Urbanización de las Villas :

Alianza Internacional de Habitantes; Área de Estudios Urbanos del Instituto de Investigación Gino Germani (AEU-IGG); Asociación Civil Madre Tierra; Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ); ATAJO (Dirección General de Acceso a la Justicia de la Procuración General de la Nación); Centro de Acción Urbano Ambiental (CAUA-UNLP); Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS); Centro de Estudios para el Cambio Social (CECS); Centro de Estudios y Acción por la Igualdad (CEAPI); Centro de Hábitat Inclusivo (UBA- FADU); Centro Latinoamericano de Derechos Humanos (CLADH); Colectivo por la Igualdad; CTA Capital; El Hormiguero; Federación de Villas (FEDEVI); Frente de Organizaciones en Lucha (FOL-CABA); Frente Territorial Salvador Herrera; Habitar Argentina; Instituto de Hábitat Urbano del CPAU; Instituto de la Espacialidad Humana (UBA – FADU); Instituto del Conurbano de la Universidad Nacional General Sarmiento (ICO-UNGS); Laboratorio de Políticas Públicas (LPP); La Usina; Maestría Hábitat y Pobreza Urbana de la FADU; Ministerio Público de la Defensa de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires; Movimiento de Ocupantes e Inquilinos (MOI); Observatorio del Derecho a la Ciudad (ODC); Organización 14 bis; Poder Ciudadano; Proyecto Habitar (UBA- FADU); Taller Forma & Proyecto (UBA- FADU); Taller Libre de Proyecto Social (TLPS / UBA- FADU); Talleres de Urbanismo Barrial (TURBA); TECHO; Carrera de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de La Matanza; WINGU; organizaciones, representantes y vecinos/as de barrio Fátima; barrio Los Piletones; barrio Los Pinos; Playón de Chacarita; Rodrigo Bueno; Villa 1.11.14; Villa 15; Villa 17; Villa 19; Villa 20; Villa 21.24; Villa 31-31bis; entre otros/as.

 

 

EL SISTEMA CORROMPE, LOS HECHOS COTIDIANOS TAMBIÉN

Entre desigualdades urbanas y desigualdades de género                                                                                                    
Eugenia Jaime, en Proyecto Habitar

Hoy leí en el periódico que una niña de 13 años era abusada por un familiar a cambio de “regalos”, tales como “gaseosas, cargas virtuales a su celular o a la tarjeta SUBE”.  

La niña fue corrompida a cambio de objetos que podríamos denominar de consumo básico, y esto hace más aberrante y siniestro el abuso.

Esta noticia me estremeció, repase mentalmente los procesos de urbanización que se están dando hoy en la Ciudad de Buenos Aires y por un momento, identifique un abuso similar en el modo en que se establecen las relaciones entre los procesos y las acciones.

El Gobierno de la Ciudad está corrompiendo a los pobladores a cambio de canchas de futbol, pintura de fachadas, y viviendas. Esta imposición viola la libertad de los pobladores convirtiendo el valor de uso que le dan a la ciudad en valor de cambio.

Estos actos generan una dependencia absoluta entre los pobladores y las autoridades del Gobierno de la Ciudad quienes los tienen de rehenes de los acuerdos millonarios que realizan en torno a este proceso.

La cancha es un regalo que le permite al gobierno de la ciudad acceder al corazón del barrio. Una vez allí la autoridad de la ciudad destina recursos públicos a la contratación de empresas privadas y profesionales extranjeros que definen los aspectos simbólicos del espacio dando lugar a la libre elección sobre cuestiones menores, hecho que redunda en el consumo de la participación.

La pintura de fachadas es un entretenimiento, una forma de justificar el ingreso del capital, los créditos, las hipotecas y los desalojos. El maquillaje aparenta un cambio material en el acceso a los recursos, otro estado de cosas. Con esta nueva cara se puede pedir a los pobladores que privaticen su barrio, su casa, sus vidas.

La construcción de viviendas necesarias por cierto, distrae la desviación de recursos hacia otras obras de mayor envergadura que les permiten la reproducción del capital. Las viviendas movilizan profesionales bien intencionados que también son abusados por su ingenuidad.

Tenemos ante nuestros ojos un enorme desafío, asumir que los procesos de urbanización tal y cual se están dando consolidan el abuso a los pobladores que ya sufren la opresión diaria del desigual acceso a la ciudad o bien seguir pensando que esto es un caso aislado, que ocurrió por un descuido de los pobladores y que no va a volver a suceder.

Somos tod@s n@sotr@s l@s responsables de construir este debate y transformar esta macabra operación.

 

 

POLÍTICA DE GÉNERO EN PROYECTO HABITAR | Sentido productivo del trabajo

Desde Proyecto Habitar nos hemos propuesto reflexionar sobre la política de género que este colectivo ha construido en el proceso de transformación social de la enseñanza de la arquitectura, la investigación y los procesos de producción y construcción de proyectos arquitectónicos y urbanos.

Nuestra organización está conformada por mujeres y hombres, siendo las primeras, mayoritarias en la composición
de este grupo. Conjuntamente con nuestros compañeros, hemos sabido construir herramientas para afrontar en distintos ámbitos la descalificación, violencia y desigualdad que en ellos crece, y que a su vez se naturaliza por el conjunto de la sociedad. Aunque en el contexto del sistema de relaciones vigente, el género femenino se lleva la peor parte, no desconocemos la profunda crisis que atraviesa el género masculino en tanto su deber de proveedor y referente del sexo fuerte.

Por mandato social las mujeres tenemos a cargo el cuidado de todo. Somos las madres, enfermeras, maestras, abuelas, cuidamos de niños, jóvenes y ancianos. Pero también somos administradoras, asistentes y colaboradoras en todos los ámbitos donde nos desarrollamos. En casi todos los casos somos objeto o propiedad de alguien, y son contadas las situaciones donde esto no sucede puesto que seguramente nos encontramos en la dirección de alguna tarea.

Las políticas neoliberales han vaciado los programas sobre salud sexual, y continúan situando a la reproducción como una responsabilidad estrictamente del género femenino, sin profundizar en programas garanticen la educación sexual para ambos géneros. Han reducido el número de centros barriales y quitado los subsidios a los servicios de energía, transporte y saneamiento. Y no conformes con esto han convertido la ciudad en un producto del mercado, hecho que también opera contra la posibilidad de uso del espacio público por parte de aquellos que no poseen medios para comprar este producto.

Estas acciones refuerzan la relación de opresión hacia la mujer más allá de la vida privada, propiciando otra forma de reproducción y acumulación del capital, donde prevalece el valor de cambio por sobre el valor de uso. La principal dificultad es identificarlo en lo cotidiano, y a su vez, es el salto necesario que debemos dar para posicionarnos ante la realidad desigual. 

Necesitamos superar la reacción, necesitamos una explicación que nos permita entender que todos somos rehenes de un sistema privatista que nos aleja y nos impide vincularnos en lazos democráticos y humanistas. 

Para sostener esta posición buscamos trabajar con aquellos que reconocen la opresión del sistema y trabajan en su transformación. En ese camino hemos trabajado con organizaciones sociales y grupos académicos que privilegian la acción colectiva; principalmente en los barrios populares, donde nos hemos encontrado produciendo con mujeres, referentes de esta lucha en lo cotidiano.

Restituir la política de género de Proyecto Habitar 

Parados en este contexto, entendemos que es necesario revisar nuestra práctica para deconstruir lo dado por el sistema vigente, trascendiendo la idea de la mujer en la casa, los roles y las relaciones de poder prestablecidas.

Sumándonos al reconocimiento de la mujer en la producción de arquitectura a través del Blog “Un día una arquitecta”, hemos realizado un rescate de nuestra práctica, resignificando el lugar que desempeñamos en la producción. En el ámbito de nuestro estudio las mujeres ocupamos los cargos de dirección política en un porcentaje mayor que los varones; no por demagogia sino por acuerdos colectivos, poniendo en valor las capacidades para desarrollar un rol, sin importar el sexo.

Propiciamos relaciones de colaboración y compañerismo, dando el debate cada vez que sea necesario. Hemos decidido que a igual tarea, hombres y mujeres obtenemos la misma remuneración. En contraposición a lo que sucede en general en la producción de arquitectura, donde se nos asigna el rol de confección de documentación, embellecimiento u organización de espacios. Rara vez somos quienes dirigimos los procesos de proyecto y menos frecuente aún es encontrarnos al frente de un estudio, una cátedra o una constructora.

Promovemos una política de acompañamiento para que las compañeras que tienen hijos puedan participar de igual modo en la producción del grupo, incorporando esa tarea a las preocupaciones colectivas. Esto busca desnaturalizar, en conjunto, el rol de cuidadoras que mantiene a las mujeres en la escucha comprensiva y compasiva, que nos impide desarrollarnos en la dirección de proyectos  transformadores.

Esta política que empieza en la organización interna del grupo, se extiende a aquellos lugares donde diseñamos los  procesos productivos. En las obras hemos definido los equipos con mujeres en la dirección, sobre estantes y capataces, oficiales, medio oficiales y ayudantes. La selección de mujeres trabajadoras ha sido acompañada por un proceso de seguimiento continuo para sobrellevar los obstáculos que se fueron presentando.

Este proceso implicó la jerarquización de su trabajo y el crecimiento y fortalecimiento individual como sujetos activos y transformadores. Promovimos la incorporación como obreras de aquellas mujeres que contaban con la experiencia de haber construido sus casas, aunque ellas no lo reconocieran como trabajos. El hecho de no haber recibido remuneración por dichas prácticas las hacia invisibles y no contaba como calificación. Las mujeres que buscaron trabajo en la obra fueron numerosas, sin embargo, se postulaban para realizar tareas de limpieza y cocina. 

De esta manera, logramos una gran participación femenina en la obra, en particular entre diciembre y abril. Sostener su presencia en la obra se vio dificultada frecuentemente por la demanda del cuidado de algún niño fuera del horario escolar o bien de algún enfermo.
También hemos tenido que realizar acuerdos con los trabajadores del género masculino respecto al trato humanista e igualitario para  cualquier compañero de la obra y en particular respecto a las mujeres. En estos ámbitos, prevalece una política colaborativa y solidaria,
con la capacitación en pos de fortalecer los conocimientos de las trabajadoras, para lograr roles más igualitarios.

Programa de acción

En un intento por precisar en los obstáculos que afrontamos para desarrollar una política de género humanista e igualitaria hemos identificado que existen diferentes planos del debate y que en cada uno es necesario dar una pelea especifica.

Visibilizar el género que se encuentra oculto no es solo para tener un dato más para actuar. Perseguimos la visibilización de los actores de la ciudad para que sean parte de las decisiones. Necesitamos posicionarnos sobre estas desigualdades y proyectar espacios transformadores que estimulen el desarrollo de una sociedad democrática.

Necesitamos tener una mirada del mundo que vea las desigualdades y las incorpore a los problemas específicos de su quehacer:
Pensar, desde la profesión de lxs arquitectxs, un urbanismo que incorpore la perspectiva de género, pensar en un urbanismo inclusivo, que redefina los objetivos según las necesidades de una sociedad, que incluya la diversidad de situaciones de las cuales formamos parte las mujeres y los hombres.Visibilizar las vivencias, percepciones y experiencias de las que aún hoy son protagonistas las mujeres, es poner en valor las tareas de la reproducción, el cuidado de otras personas y del hogar.

Propiciar marcos regulatorios que den prioridad a las necesidades de quienes sufren el acceso asimétrico a la ciudad, ya sea por asimetría de poder en relación al género, la franja etaria o las posibilidades materiales de acceso a la producción, es incorporar la mirada de los
sujetos de necesidad a las políticas urbanas.

Derribar las barreras urbanas que provocan segregación y contraste, es contrarrestar los procesos urbanos de desigualdad, incentivando la incorporación de transporte público de calidad, y la multiplicación de espacios de encuentro de distintas escalas.
Rechazar la estructura patriarcal y patrimonialista instalada, favorece el crecimiento, no solo en la discusión sino en acciones concretas, necesario para que podamos hablar de una perspectiva de género.

Todxs aquellxs que estamos dispuestos a transformar esta injusta relación de opresión tenemos que revisar nuestras acciones cotidianas, en cada uno de los roles que nos toca desempeñar a diario para seguir apostando a la construcción de una sociedad de pares.

PROYECTO HABITAR

marzo 2018

 

Links:

ESPACIO URBANO Y GÉNERO COMO CONSTRUCCIONES SOCIALES . Ver

UN DIA | UNA ARQUITECTA,  Eugenia Jaime. Ver