Libertad

No hay libertad sin derechos humanos.
 
No hay libertad sin igualdad y justicia en los territorios
 
Como con muchas otras palabras a lo largo de la historia, hoy nos encontramos frente al abuso engañoso del término libertad. Llegamos al punto en que la palabra libertad se ha consolidado como una bandera de quienes cotidianamente, e históricamente, reproducen la injusticia, la exclusión y la desigualdad a través de la opresión sistemática de los pueblos.
Esto es tan perverso como cínico.
 
La libertad que enuncian se lee a través de los lentes de la acumulación y la competencia, desde el prisma de las billeteras, es la ley de la selva. Se trata de relaciones entre personas libradas a las posibilidades que les otorgan sus fuerzas, sus bienes, sus armas. Las prácticas sociales desarrolladas bajo este supuesto eje libertario que esconde el pensamiento único del individualismo mercantil, nos encaminan a la destrucción del planeta como resultado de subordinación de los bienes comunes y de la función social de la propiedad a la supremacía de los bienes individuales y de la propiedad privada. Nos encontramos frente a la censura del debate sobre estas lógicas que se estructuran en la satisfacción de los impulsos personales, y la fuerza bruta para imponerlos, frente a los otros (pobladores de la misma ciudad o barrio, colegas, parientes) y frente a la salud del planeta que nos cobija.
 
La historia no empieza en cada minuto. Las personas no nacen en un punto de partida igualitario. La mayoría de las personas son obligadas a vivir en la austeridad y en los bordes de las ciudades. Otras viven en la abundancia disfrutando de la centralidad de las ciudades. A unos les toca poder y recursos infinitos, a otros una carrera de esfuerzos agotadores para la supervivencia. Es injusto dar carta abierta, sin mediaciones, para operar según su voluntad e impulso a habitantes en tan disimiles circunstancias. Es tan obvio el concepto como incomprensible. Es perversa la omisión de esta condición básica de la desigualdad social, territorial, de nuestro país y el mundo. Entonces, no está bien establecer como regla general que cada uno hace lo que quiere a partir de donde está, del dinero y la fuerza que tiene. Es necesario volver a hacer presente las nociones más fraternales del acuerdo de convivencia y desarrollo que nos trazamos como comunidad y en relación con nuestro entorno. Porque no hay libertad sin igualdad.
 
Las personas, organizaciones, instituciones, movimientos, que luchamos por la libertad en un sentido profundo, democrático, lo hacemos colectivamente. Con la certeza que el ejercicio pleno de la libertad requiere como guía de organización humanitaria la igualdad y la justicia. Igualdad y justicia a la que intentamos aproximarnos cotidianamente en el camino la de lucha por los derechos. Entre todos los derechos humanos, como grandes logros de los debates más avanzados de la humanidad, los derechos colectivos, los derechos económicos sociales y culturales son la forma más desarrollada en términos intelectuales y sensibles.
Reconocer un principio de igualdad como personas modifica positivamente nuestro horizonte de acción. Se trata de lo opuesto, de reconocernos como iguales, como personas para construir en conjunto una realidad más humana. No se trata de una igualdad ridículamente parodiada por los mentores del cinismo, que diluye las diversidades o que omite la relación entre el esfuerzo personal y social, y los resultados materiales del trabajo.
 
Reconocernos en las otras personas para entender que no hay argumentos para tolerar que millones de personas estén condenadas a no poder acceder a una vivienda, a los servicios básicos, al trabajo, al esparcimiento y el deporte. El desarrollo actual del trabajo nos permite rápidamente comprender que los recursos alcanzan. A partir del consenso sobre esta base de igualdad, lo que se impone son las acciones que remedian la desigualdad, por su carácter injusto respecto del solo hecho de la condición humana. En un territorio abismalmente injusto es ridículo proponer que ser libres es únicamente dejar accionar a los individuos con lo que tengan a mano.
 
Entonces, podremos proponernos una versión solidaria y humana de la libertad que pretendemos construir, a partir de la valiosa experiencia social acumulada en los procesos de organización para el trabajo, para la lucha y para la construcción de un mundo más justo. Porque no hay libertad sin justicia.
 
Existe también una operación falaz de una efectividad alarmante: pretenden imponer que la opresión de la libertad individual radica en los acuerdos colectivos y humanos, en las leyes que resguardan nuestros derechos sociales más elementales (a trabajar, habitar, educarse, a la salud, a la ciudad, a los territorios). Una hipótesis insostenible, nunca verificada ni argumentada, que sostiene que por “culpa” de los derechos no somos libres. Cuya versión mediática asimila en una hábil, aunque rudimentaria maniobra discursiva la existencia de corrupción, la ineficiencia del aparato gubernamental, la organización del Estado, la existencia derechos y entonces, debido a todo esto: la falta de libertad.
 
Según esta maniobra discursiva, la opresión de los pueblos no hay que buscarla en las acciones individuales “libres” de sectores poderosos como los grandes propietarios de la tierra, los operadores de las finanzas mundiales, los empresarios de las multinacionales, o los operadores del extractivismo rural y urbano. Estos sectores sociales que se benefician con todos los gobiernos, más allá de los partidos políticos, incluso de su carácter democrático, no guardan ninguna responsabilidad sobre la sistemática reproducción de la pobreza de millones, sino que estarían siendo impedidos de producir la riqueza suficiente y la abundancia actual no rebasa como para considerar las terribles circunstancias de vida de las poblaciones que trabajan para sus emprendimientos, o las consecuencias devastadoras que producen sobre el planeta.
 
Por el contrario, es indispensable salir de esta trama estridente. De la oferta mercantil de una versión de libertad vacía e individualista.
 
Es indispensable defender el carácter socialmente valioso de la libertad como base del ejercicio de la voluntad individual en una comunidad. Del desarrollo de los proyectos personales o grupales sobre la base de los acuerdos sociales que el avance de la humanidad ha podido construir en una historia de debates y luchas. Los derechos colectivos, como el derecho a la vivienda, a la ciudad, a los territorios, son parte de estas nociones guía, en construcción y debate. Muy necesarias para reconocernos como iguales, para trabajar en conjunto por revertir el desarrollo injusto de los territorios.
 
Los derechos, lejos de considerarse en extraña contradicción con la libertad, son un aspecto central de la organización social que nos permite ser libres, es imposible pensar en ejercer la libertad individual sin continuar la lucha y el trabajo cotidiano por los derechos humanos. Porque no hay libertad sin Derechos Humanos.
 
Proyecto Habitar, diciembre 2023

La lucha cotidiana, a modo de homenaje.

Iniciaba la década del 80, y comenzaba a debilitarse lentamente el aparato represivo más feroz de la historia argentina. Las políticas urbanas de la dictadura alejaban a las familias trabajadoras de la posibilidad de acceder al suelo y la vivienda. Para los sectores que hegemonizaban estas políticas mercantiles, la ciudad no era un derecho, sino algo exclusivo de quien lo merecía.

Por aquellos años, en un descampado húmedo, a unas veinte cuadras de la ruta 3, un grupo de personas que llegan al lugar construyen la primera versión de sus casas. Edificaciones que se levantaron rápidamente, como suele ser en estos casos, con madera y chapas, y sobre el piso de tierra del campo en el que se montaban. Para cualquiera que no vivió este tipo de situaciones, es prácticamente imposible imaginar de que se trata el frío, la oscuridad, la desolación en la que se pasan las primeras horas, los primeros días, los primeros tiempos de estos barrios.

Quien mira con el cristal de lo privado, de la propiedad y el dinero, ve una usurpación, un acto delictivo. Desde el ojo de lo privado no hay derechos (salvo el de la propiedad privada). A pesar de que la acción de la toma de tierras y de autoconstrucción sea un acto desesperado perpetrado por quienes no tienen alternativa. Lo verán de esa manera, aunque sus constructores se encuentren luego habitando un espacio que era de todos o de nadie, o un terreno de alguien a quien le sobra, un lugar que nadie está usando.

Las casillas se van consolidando con mucho esfuerzo, con el trabajo solidario de las familias en las tardes noches, y en el fin de semana. Las encargadas del cuidado –generalmente las mujeres- sostienen los hogares y buscan el modo de que los niños puedan seguir asistiendo a las escuelas. Son desafíos altos, implican transitar cuadras de barro hasta alguna parada de un colectivo que queda lejos, para llegar a una escuela que queda aún más lejos.

Las horas transcurren en la incertidumbre y el esfuerzo de transformar ese territorio pantanoso que es la cuenca del Riachuelo. Tras los primeros días, alguien consigue traer un cable desde la ruta, van “cortando” con postes improvisados por el campo, y así, el barrio consigue un poco de luz. El agua todavía queda lejos, pero a las semanas entre todos pagan un pozo, que ubican en el lote del vecino más amable, ya que por un tiempo largo tendrá que tolerar el transito constante de vecinas y vecinos con baldes y botellones.

Más o menos así, trascurrió la historia del barrio María Elena, desarrollado a la altura del km 27 de la ruta 3, en Laferrere, partido de La Matanza. La salud, la atención médica pública, fue una de las primeras necesidades y reivindicaciones colectivas que este barrio construyó.

Así nació la salita, que como resultado del trabajo solidario se construyó durante los primeros años.

* * *

Los profesionales tenían su propio desafío. Entre los primeros, llegar hasta el barrio, y aprender a trabajar como parte de este proceso solidario. Territorios donde abunda la colaboración, y condiciona la escasez. Allí llego el Dr. Chino, hace como cuarenta años, y comenzó una historia que hoy anida en el corazón de su pueblo, y ha sido también reflejada en documentales y películas.

En el espacio de la sala también funcionó desde su origen lo que después se llamó la junta vecinal. El lugar en el que las delegadas por manzana se juntaban para organizar como mejorar el barrio con el esfuerzo conjunto, y como luchar para exigir por sus derechos a las autoridades que corresponda. En eso también fue histórico este barrio, como espacio de organización y lucha de vecinos y trabajadores.

El Chino sabía decir “no tenemos la sala que queremos, tenemos la sala que pudimos construir, que pudieron los vecinos construir”. Asi fue creciendo este espacio comunitario con el barrio. La atención de salud, la junta vecinal, el comedor y la atención comunitaria, este espacio fue siempre un lugar de intensa actividad barrial, y una referencia de construcción comunitaria.

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En nuestra primera entrevista el Chino, hace ya quince años, compartió con ternura un recuerdo entrañable de la década del sesenta. “Claro que lo conocí a tu viejo, me dijo. Él hablaba en las asambleas multitudinarias en medicina cuando yo estudiaba. Por él volví a la medicina.” Resulta que el Chino militaba en el campo, con los pequeños agricultores, promoviendo la revolución en el mismo partido que mi viejo. Raúl, mi viejo, y el Chino compartían un enorme corazón revolucionario, en el sentido amplio y humano que permite ejercer el trabajo y lucha cotidiana democráticamente, integrando lo firme y lo fraternal. Con los años me di cuenta que también compartían una sonrisa enorme, y el recuerdo entrañable de quienes se cruzaron con ellos.

Es cierto que la noche de la dictadura lesionó gravemente a nuestros luchadores sobrevivientes. Sin embargo, no pudo apagar su vocación transformadora. Desde el final de aquel gobierno, ambos doctores mantuvieron e intensificaron su militancia política, sindical y social. Especialmente valiosos como demostraciones de un ejercicio creativo y coherente de sus profesiones. No casualmente hoy, las salas de salud comunitaria que ambos dirigían hasta su muerte, uno en Avellaneda, el otro en La Matanza, llevan su nombre como reflejo de su impronta en el corazón de estos barrios.

Contaba el Chino que en una ocasión, ya en los ochenta, al re encontrarse en democracia, mi viejo lo interpela para que vuelva a ejercer la medicina, como parte de una tarea que podía potenciar su militancia. Le “pasa una guardia” y lo acompaña en la vuelta a la profesión. Esto se acordaba el Chino, y lo compartía con nosotros muchos años después, entendiendo rápidamente la fuerza que la historia y los proyectos tiene en nosotros. Recuperaba con cariño una historia que nos unía fraternalmente, sin conocernos. Lo hacía en la primera entrevista que le hicimos con Eugenia, como coordinadores de un grupo de estudiantes y profesionales de la arquitectura que llegaba al María Elena a desarrollar lo que en aquel momento llamamos Consultorios de Arquitectura. Con una perspectiva muy similar a la que lo había llevado hasta ese lugar al Chino hacia muchos años, a militar por el derecho a la vivienda, a la ciudad, al territorio.

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Para nuestro grupo, aquella fue una experiencia fundante, así como todo lo que aprendimos del equipo de la sala y de la junta vecinal. Para Proyecto Habitar, como se llama el colectivo de profesionales que fundamos en aquellos años, un territorio al que siempre nos es grato volver.

El equipo de la sala nos acompañó en el proceso de abordaje integral del territorio, en lo que implica la práctica de conocer las personas y sus casas, las organizaciones y sus barrios, hacerlos desde su historia y sus proyectos. Lo hicieron invitándonos a entrar a sus casas, y compartiendo también una de las experiencias más avanzadas de educación popular en salud que conoce la región. Allá por el dos mil nueve, compartimos la experiencia de formación comunitaria de agentes de salud, que hoy lleva más de treinta y cuatro ediciones, iba por su versión número diecinueve.

Así fue como en una mañana de martes, fría, del invierno de dos mil nueve, pedimos permiso para asistir a una clase del Chino. Con calidez, simpleza y profundidad, el Chino explicaba de que se trataba la cuestión de la salud. En forma y contenido, era una clase de docencia para cualquier rubro. La salud, decía, se organiza en cuatro sistemas. Está el de la salud privada, la que se compra y se vende en las clínicas. El de los trabajadores formales, que se pueden atender en las obras sociales. Esta la salud popular, la que se practica informalmente. Y esta la salud pública, que es de donde somos nosotros-refiriéndose a la sala-, a la que todos tenemos derecho. Con la misma naturalidad del trato cotidiano, pasaba un rato más tarde a hablar de los parásitos, de cómo eran, preguntando en el aula que sabían del tema, y que experiencia tenían sobre esta cuestión, para construir desde allí el conocimiento necesario y situado.

En un solo movimiento, había dado algunas referencias estructurales, y señales claras de su posicionamiento, teórico y práctico. Sobre los sistemas de salud y los derechos, sobre los conocimientos y la construcción desde el encuentro de saberes. La sala trabaja por el acceso público a la salud, como un derecho de todos. Como técnicos y profesionales, su equipo se ubicaba en un lugar de compromiso integral, consciente de estas alternativas, y eligiendo un lugar y un modo de ejercicio de la disciplina que construya un mundo de personas con iguales derechos.

En el mismo proceso, Hugo, el psicólogo social de la sala de salud, nos enseñó algunos criterios de trabajo estructurales para el ejercicio democrático de nuestras profesiones. Hugo aportó guías conceptuales profundas, como reflexionar reconociendo que los profesionales son los mejores cuadros que genera el sistema, entonces: ¿Cómo trabajar desde una perspectiva de derechos sin desnaturalizar lo aprendido? Desde esta mirada se trata de construir problemas y reflexiones a partir de un vínculo de pares, en el que la diferencia está en el conocimiento. También lo hizo en la práctica, poniendo en una mañana cualquiera de la multitudinaria sala de espera de la salita un buzón, e invitaba a los vecinos a contestar un volante que preguntaba ¿Para qué sirve un arquitecto?

Nos proponía empezar desde ahí, confrontar con la historia de nuestra profesión, su carácter de clase y la dificultad de integrar nuestras acciones a los procesos y recursos que se movilizan en estos barrios. En el mismo camino de construcción crítica y colaborativa, el Chino, Hugo y el equipo nos “derivaban” pacientes. Personas que tenían en sus casas problemas que acentuaban o eran parte de los factores que generan enfermedades eran entonces quienes llegaban a nuestro consultorio. Nuevamente, el desafío de construir un plan de problematización y proyección de un espacio más adecuado para la vida en salud, con sus pobladores, en el desarrollo de su vida cotidiana.

* * *

Más de una década después, nos encontramos en la sala junto a su equipo y a la junta vecinal trabajando desde una perspectiva de derechos. Seguimos compartiendo la tarea de construir un modo de trato social en el que la colaboración y la solidaridad guíen el encuentro, construyan la casa, el barrio, la ciudad y el territorio.

En la arquitectura y el urbanismo, como contaba el Chino en el curso, también como profesionales comprometidos elegimos cómo y con quienes trabajar. La producción urbana tiene, como la salud, distintos modos y sentidos. La vivienda y la ciudad también pueden entenderse como resueltas por distintos sistemas.

En algunos casos, las casas son cosas. Mercancías que se ubican en barrios privados o en torres, en algún lugar que puedan ser vendidas a buen precio. Ahí la ciudad es también una cosa que se compra y se vende.

A veces, los gobiernos, por distintos motivos también construyen casas como cosas, como objetos de las góndolas. Al principio, generalmente, esas no se compran ni se venden. Aunque son otorgadas a personas que lo necesitan, en general nadie las elige, sino que son un modo de vivir bajo techo y a resguardo de la lluvia, en la mayoría de los casos lejos del centro.

En algunos casos, como en el barrio María Elena, los pobladores se organizan y con su trabajo construyen sus casas y su barrio. Estos procesos tienen la paradoja de sostenerse prevalentemente en valores humanos como la solidaridad o la colaboración, y el mismo tiempo ser los que más padecen las injusticias. En general, durante su desarrollo, los pobladores construyen lazos de solidaridad y colaboración para todas las tareas. Durante el trabajo de la producción para conseguir materiales, edificar y movilizarse. También para las tareas de la reproducción, se generan lazos sociales que se construyen cuando colaboran cotidianamente en los cuidados, en la salud, la educación. Al mismo tiempo, son los territorios en los que se padecen las desigualdades que en otros territorios se disfrutan. Barrios donde tener agua potable, o cualquier otro servicio básico adecuado resulta siempre el logro final de una larga lucha colectiva.

Nosotros, como el Chino, queremos trabajar en procesos de construcción de vivienda y ciudad en los que la solidaridad y la colaboración sea una guía. No hay barrios populares, salas de salud ni Proyecto Habitar sin construcción colectiva. No hay historia del Chino sin el equipo de trabajo de la sala, no hay Chino sin el apoyo de Mónica, la histórica enfermera de la sala; sin Jorge, ese colega que siempre lo acompaño con igual compromiso en la coincidencia y la disidencia; sin Nuria, esa referente barrial que siempre sostuvo la tarea, sin Hugo, el psicólogo social que hasta hoy continua la ardua tarea de dirigir la sala manteniendo este horizonte de sentido. En ellos y ellas, tantos otros. De esta manera seguimos trabajando con la coherencia que aprendimos en estos territorios, así seguimos en la senda que compartimos desde el primer día que nos cruzamos con él, en aquel reportaje. En la tarea que hoy llevamos adelante con el equipo de la sala, y la junta vecinal, que sigue promoviendo un espacio de un encuentro inclusivo y democrático; y el acceso de todos sus pobladores al derecho a la vivienda, a la ciudad, al territorio.

Ese es nuestro homenaje más profundo al Chino, y a todos y todas los luchadores. Seguir la tarea cotidiana que construye el mundo que queremos y necesitamos.

Julián Salvarredy. Proyecto Habitar, junio de 2023

 

Relevamiento de Proyecto Habitar y el equipo de la junta vecinal, 2023.

Taller y homenaje al Chino, 2023.

Relevamiento de Proyecto Habitar y el equipo de la junta vecinal, 2023.

Dr. Nestor «Chino» Olvieri, atendiendo en la toma de Abasto.

Dr. Raúl Salvarredy en la sala de salud, 1993.

MARCHA 8M 2022, ENCUENTRO FEMINISTA

Marchamos porque no podemos mirar para otro lado y queremos decir basta, a la persistente reproducción de la desigualdad socio urbana y la fragmentación socio espacial que crece en nuestro territorio día tras día.

Para transformar la realidad, debemos actuar de otra manera, profundizar en lecturas críticas que trasciendan el binarismo, y transformar lo que vemos injusto todos los días.

La Ley Micaela permitió avanzar en la formación de cuadros técnicos de múltiples espacios; sin embargo, los recientes acontecimientos de violencia nos indican que no ha cambiado mucho en lo cotidiano. Mientras el discurso está aprendido, el machismo, el colonialismo y el productivismo están a la orden del día, en un sistema social que lo encubre.

Es urgente transformar la habitualidad y atravesar los límites que resguardan las reglas de la opresión en el ámbito privado.

Las leyes de cupo laboral travesti-trans, de paridad de género, de parto humanizado, de protección contra la violencia, de Matrimonio Igualitario e Identidad de Género, de aborto legal seguro y gratuito, son enormes logros de una lucha que avanza contra la desigualdad; sin embargo, en el campo de la arquitectura y el urbanismo seguimos actuando con reparos en la transformación de la realidad, en el proceso mismo donde se desarrolla.

Es necesario revisar críticamente en las políticas de hábitat la lectura mercantil que cuantifica metros de vereda, postes de luz y canillas como la respuesta posible, homogeneizando nuestra vida.

Necesitamos una mirada que trascienda la preocupación por los costos, que no es más que una mirada productivista reproductora de la desigualdad.

Necesitamos una política de hábitat que financie una política de los cuidados urbanos, que valore la vida.

Necesitamos resignificar las formas de propiedad, para trascender la desigualdad necesitamos formas de propiedad colectiva.

Necesitamos la participación efectiva y la incorporación de los intereses de la población en la elaboración de las políticas, dando lugar a que surja algo nuevo, que no estaba en la planilla.

No hay grandes cambios en materia de espacio urbano: sin dinero no hay agua, ni baños, ni bancos, ni sombra, ni vivienda… Esta realidad segrega, dejando a varios grupos afuera de las posibilidades del uso de la ciudad que se valoriza con el trabajo productivo y reproductivo que no se registra.

La lucha contra la desigualdad nos encuentra hoy aquí reclamando por un lugar en el mundo donde nuestras vidas sean consideradas como tales, donde la humanidad se aprenda en libertad.

LA GESTIÓN DEL HÁBITAT EN EL MUNICIPIO DE MORÓN. #1

Autora: arq. Teresita Sacón | Entrevistas realizadas por: Ma. Laura Brandolini, Ricardo De Francesco y Teresita Sacón.

 

En el marco del trabajo entre Proyecto Habitar y la Plataforma por el Derecho a la Ciudad, realizamos una serie de entrevistas para indagar en los diversos modos de gestión del hábitat en los Municipios de Área Metropolitana de Buenos Aires donde se han conformado Consejos Locales de Hábitat. Estos son instrumentos con fuerte potencial en dos aspectos: como articulador entre actores de distintos sectores que realizan transformaciones en la ciudad, y como promotor de la democratización de la toma de decisiones en materia de hábitat.

En esta ocasión, entrevistamos al Director de Hábitat y Vivienda del Municipio de Morón y a representantes de tres organizaciones que, además de contar con una larga trayectoria de trabajo en hábitat en este municipio, han participado activamente en la creación del Consejo Local.

Para profundizar en el conocimiento sobre la implementación en el distrito, indagamos sobre los trabajos específicos sobre la temática que ha realizado y realizan en este municipio, sobre las dificultades y avances en la gestión del hábitat, y las motivaciones que los llevaron a impulsar la creación del Consejo Local.

Punto de partida

El Área Metropolitana de Buenos Aires está integrada por 24 municipios[1] y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, allí habita el 82% de la población de la Provincia de Buenos Aires[2]. Son más de 400mil familias las que habitan en Barrios Populares según el RENABAP.

Hacia fines del 2012 se sancionó la Ley 14.449 de Acceso Justo al Hábitat, la cual tiene por objeto promocionar el derecho a la vivienda y a un hábitat digno y sustentable. Dicha ley es la institucionalización de muchos años de lucha de organizaciones sociales y pobladores por sus derechos urbanos.

Morón es uno de 12 municipios del AMBA que ha adherido a la ley. En junio del 2015 se sancionó la ordenanza del Consejo Local de Hábitat y Derecho a la Ciudad[3], la cual tiene por objeto en el artículo 1°: “promover la Gestión Democrática de la Ciudad como principio rector de las políticas de hábitat, vivienda y derecho a la ciudad que se adopten o implemente en el ámbito del Municipio de Morón, de conformidad con la Ley 14.449 de Acceso Justo al Hábitat.”

Municipio de Morón

El Municipio de Morón tiene 321.109 habitantes. Según el Censo 2010, aproximadamente el 1% vive en barrios populares. Daniel D’Alessandro, Director de Hábitat y Vivienda del Municipio, nos comenta que el tejido de Morón es un tejido consolidado, no necesariamente con mucha densidad pero si ocupado. Asimismo afirma, “la  problemática es compleja, es grave, es profunda. La escala de la demanda es alta, el contexto sanitario agrava la problemática que tiene que ver con lo ambiental y habitacional” ilustra esta situación con un caso reciente “abrimos una pre-inscripción, en un modelo de cogestión con el PROCREAR Nación y abrimos solicitudes para que la gente pueda inscribirse para un programa de selección que arma el Banco Hipotecario, y en una hora y media se anotaron 600 personas para pedir turno. Y aquí estoy hablando de sectores medios, cuando hablamos de sectores populares, la demanda es aun mayor, la urgencia de respuesta y la complejidad tambien”.

Como particularidad en la organización política del Municipio, la Dirección de Hábitat y Vivienda forma parte de la Secretaria de Planificación Estratégica junto con otras nueve direcciones, entre las que se encuentran ambiente, arquitectura, catastro, planeamiento, obras particulares, infraestructura. La confluencia en esta secretaría es un aspecto favorable en el trabajo articulado de las distintas direcciones cuando los proyectos lo requieren.

Por otra parte, a nivel territorial, Morón esta organizado en 14 Unidades de Gestión Comunitaria (UGC). Estas oficinas descentralizadas promueven un vinculo cercano y una interacción fluida entre el municipio y los pobladores. Lucas Spinosa del Movimiento Evita comenta que “Morón es un distrito ampliamente intervenido desde el punto de vista del hábitat”. Tambien valora la promoción de la participación ciudadana que se establece a partir de la creación de las UGC, “que tienen entre sus incumbencias, competencias en la gesitón del habitat, como por ejemplo, crear consejos vecinales, que discutan los usos del espacio publico, y a su vez esos consejos vecinales  participen del consejo local de hábitat.

Desde el Movimiento Evita Morón, trabajan en cuestiones vinculadas al hábitat en sentido amplio. Lucas Spinosa explica que sus propuestas están orientadas a “repensar y recuperar el uso del espacio público. Uno puede pensar que no es hábitat, pero las repercusiones que tiene en la vida barrial efectivamente da cuenta de lo importante que es para la comunidad”. También menciona que desde la organización, han gestionado recursos para ejecutar mejoras habitacionales de las viviendas de los trabajadores y trabajadoras de la economía popular, así como también de los espacios comunitarios a donde asisten cotidianamente.

Por su parte, la ONG Madre Tierra, trabaja en el municipio de Morón desde antes que se dividiera en Moron-Hurlingham-Ituzaingó. Andrea y Virginia señalan que «Madre Tierra se crea en 1985, y entre sus primeros espacios de trabajo y militancia llevaron a cabo el acompañamiento técnico y social a una red de barrios que había nacido en la década de los ´80, entre los últimos años de la dictadura y en los primeros años de la democracia. Desde allí, conformaron un consejo entre los barrios que estaban sobre tierras fiscales para realizar la regularización dominial de los mismos”. Las acciones de Madre Tierra se desarrollaron de manera sostenida acompañando diversos procesos, alctualmente llevan adelante mejoramientos habitacionales con fondos rotativos, mujeres constructoras y agroecología comunitaria.

La cooperativa “La primera de Gallo” es un caso interesante para conocer otras formas de organización del espacio y los recursos para alcanzar el derecho al hábitat y la vivienda de sus asociados. Como cooperativa han privilegiado los principios de  la autogestión, la propiedad colectiva y la ayuda mutua  social, desde el 2009 “construyendo sin ladrillos”, siendo que hacia el 2014 firman un contrato de comodato con el municipio e inician la obra, logra realizarse el SUM y un avance en los cimientos. Durante los siguientes años la obra avanza de manera intermitente entre la gestión de recursos estatales y/o privados. Hacia febrero de 2020, según Laura Ferrari “nos encontramos con la reanudación de la obra de nuestra cooperativa. Por otro lado, también como cooperativa participamos del Consejo local de Hábitat, que reúne a varias organizaciones sociales y de vivienda que damos pelea por el acceso a la vivienda digna y a un medioambiente saludable”.

Consejo Local de Hábitat

Haciendo una restitución histórica, en septiembre de 2015, se creó en Moron el Consejo Local de Hábitat y Derecho a la Ciudad, bajo la ordenanza 16954/2015. La primera reunión finalmente se pudo efectuar en 2019 con el cambio de gestión.

A mediados de 2019, de manera autoconvocada, las organizaciones se reunieron para promover nuevamente el Consejo Local. Lucas Spinosa agrega que “Nos reunimos en la 1° de gallo, con un halo de esperanza frente a la renovación de autoridades. Luego tuvimos otra reunión en el comedor de Mari, y redactamos un documento que contiene propuestas para la promoción del hábitat justo y el derecho a la ciudad. Dicho documento se presentó en el municipio de Morón en octubre de 2019.[4] Allí se describe que el Derecho a la ciudad “implica incorporar un nuevo paradigma político y filosófico que no se reduce a lo jurídico, sino a entender el espacio en el que vivimos como el soporte de los derechos humanos, ambientales y laborales. Implica también la prevalencia de lo “público”, es decir considerar a la ciudad como un bien común

Actualmente, el consejo está conformado por organizaciones que trabajan en hábitat y vivienda, se han incorporado algunos consejos profesionales, y la perspectiva es ampliar la participación en ese grupo. Es un gran espacio de intervención con mucho más potencial del que hoy tiene, por lo que sostenerlo recogiendo los problemas que estas organizaciones han identificado en la práctica territorial, puede ser un aporte significativo en la implementación de la ley de forma situada.

Los y las entrevistadas valoran al Consejo Local de Hábitat como un espacio de ampliación de la democracia. En particular, Lucas Spinosa comenta que “el consejo hoy funciona de manera autoconvocada, a demanda de algunas organizaciones. Y que es necesario para su institucinoalización que el ejecutivo lo convoque y realice la reglamentación que este requiere.” Por su parte, las integrantes de Madre Tierra estan convencidas “que es necesario que organizaciones como nosotrxs construyamos, y validamos que hay que construir un estado garante de los derechos sociales, y garante de la redistribución de la riqueza, de la justicia social.” Esta posición reafirma su compromiso en la participación activa en la promoción del Consejo Local.

En cuanto a la implementación del Consejo Local de Hábitat, desde Madre Tierra plantean que “…una de las grandes dificultades que hay para una buena implementación de estos consejos es que todavía se percibe como un espacio donde la población se acerca a hacer demandas. Y al revés, en realidad el objetivo central de esos espacios es alimentar un diagnóstico a partir de lo que cada uno sabe del territorio”.  

Hacia la gestión democrática del hábitat

Hemos identificado que el modo en que las instituciones llevan adelante acciones para la transformación del habitat es sobretodo desde una perspectiva de cooperación y trabajo colectivo. De las entrevistas se desprende que de las acciones que se realizan han prevalecido aquellas vinculadas a mejoramientos habitacionales, actividades de promoción comunitaria, y actividades vinuculadas al fomento de la economía popular.

Asi también, el gobierno municipal muestra una perspectiva de articulación con las organizaciones sociales, y apoyo a las acciones propuestas. Esto se puede observar en la propuesta de las UGL, en el acompañamiento en la gestión a las organizaciones, y en la creación del Consejo Local.

La gestión democrática de la ciudad requiere que estas iniciativas existan, y, a su vez que los espacios de deliberación se constituyan como espacios de toma de decisiones conjunta. La participación de las organizaciones sociales, del estado local, de los colegios profesionales, de los desarrolladores inmobiliarios, la cámara de la construcción resultan relevantes para que el Consejo Local se convierta en una mesa de concertación donde se puedan orientar las decisiones urbanas del municipio en materia de hábitat.

 

 

[1] El AMBA comprende a la ciudad de Buenos Aires y a un conjunto compuesto por 24 jurisdicciones (partidos) de la provincia de Buenos Aires cercanas a la ciudad: Almirante Brown, Avellaneda, Berazategui, Esteban Echeverría, Ezeiza, Florencio Varela, General San Martín, Hurlingham, Ituzaingó, José C. Paz, La Matanza, Lanús, Lomas de Zamora, Merlo, Moreno, Morón, Quilmes, San Fernando e Islas, San Isidro, San Miguel, Tigre e Islas, Tres de Febrero y Vicente López.

[2] Según el Censo realizado por el INDEC en 2010, en la Provincia de Buenos Aires habitaban 15.625.083 personas, mientras que en los 24 municipios + CABA 12.806.866

[3] Boletín oficial DECRETO Nº 1411/2015 Ordenanza Nº 16954/15, GESTIÓN DEMOCRÁTICA DE LA CIUDAD. CREACIÓN DEL CONSEJO LOCAL DE VIVIENDA, HÁBITAT y DERECHO A LA CIUDAD: https://acortar.link/FIAhL

[4] https://acortar.link/jOKck

MESA DEBATE «HERRAMIENTAS PARA CONSTRUIR UNA CIUDAD INCLUSIVA»

Autora: Maite Niborski, arq

 

 

El día 2 de Noviembre tuvo lugar la mesa debate “Herramientas para construir una ciudad inclusiva” organizada por la Comisión de Acceso a Derechos, Hábitat y Género del CAPBA d2, en la cual expusieron Mariana Segura, Natalia Czitajlo, Eva Álvarez y Carlos Gómez sobre el trabajo realizado desde distintos espacios en las transformaciones en el hábitat.

En un primer momento expuso Mariana Segura, directora de la unidad ejecutora del Programa de Mejoramiento de Barrios de la Provincia de Buenos Aires (PRO.ME.BA.). Aportó una mirada sobre la composición del organigrama municipal según género. Se observa que las áreas municipales de infraestructura y de obras públicas, 13 están dirigidas por mujeres, en relación con 102 dirigidas por hombres. En las áreas municipales de tierras en cambio, son 7 mujeres y 8 hombres quienes están a cargo.

Asimismo, comentó que desde el Programa se están desarrollando algunos mecanismos de equidad en las políticas para operar sobre la violencia de género, tales como destinar partidas presupuestarias específicamente para proyectos de mujeres y disidencias, dar prioridad a las mujeres en los boletos de compra venta por el plan Familia Propietaria y Regularización Dominial. Recientemente se firmaron 2 disposiciones que rigen de ahora en más para el PRO.ME.BA., con objeto de priorizar empresas/cooperativas que estén a cargo de mujeres, y que cuenten con un 30% de participación del género femenino; así como fomentar desde el punto de vista de los planes urbanos, se produzcan propuestas con perspectiva de urbanismo feminista.

Desde un enfoque académico, la Dra. Arq.  Natalia Czitajlo compartió las experiencias del Observatorio de Fenómenos Urbanos y Territoriales (OFUT) de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de Tucumán. El observatorio se propone como un espacio para analizar el territorio del área metropolitana de Tucumán; articulando actividades de grado, investigación y extensión, que se promueven en el sentido de la formación de profesionales para leer los procesos territoriales de manera situada. Poniendo en foco en un sistema productivo que es desigual, se plantea la generación de desarrollos técnico-metodológicos que aporten a visibilizar la desigualdad, así como las necesidades y demandas de los grupos / sujetos que se omiten. El laboratorio, trabaja vinculando conceptos de otros campos del conocimiento tales como la sociología, la geografía, la antropología urbana, reconociendo los procesos interdisciplinarios, como necesaria para el desarrollo de una mirada compleja de la realidad. En las distintas acciones presentadas, queda de manifiesto un modo de investigación y extensión universitaria que  colabora en la visibilización de lo que está oculto, así como en la generación de instrumentos que promuevan otras formas de acceso al conocimiento, diagnostico, gestión y planificación territorial.

Les arquitectes Eva Álvarez y Carlos Gómez desde Valencia, aportaron una mirada de la desigualdad de géneros que atraviesa no sólo a las mujeres, sino tambien a quienes están involucrades en la producción de la ciudad. Para ello han dado cuenta de una producción de arquitectura que promueva otras relaciones sociales en el espacio, a la vez que es una arquitectura que se construye con la mirada de les pobladores. Arquitecturas que no determinan, sino permiten que la vida se transforme.

Desde Proyecto Habitar consideramos que estos espacios de discusión en los colegios que regulan la profesión son valiosos. La perspectiva de género en la producción de la ciudad aporta a pensarla desde la vida cotidiana. Haciendo visible la relación de la vida productiva y  reproductiva, desde la diversidad de necesidades, intereses, posibilidades y acciones que en ella se realizan. En el camino a revisar la práctica, para reflexionar y promover perspectivas que hacen a un ejercicio profesional que contrarreste la desigualdad en el acceso a la vida urbana.

 

 

 

Para ver el encuentro  seguir el siguiente Link

NO SE PUEDE ESPERAR MAS. LA DEVALUACIÓN DE LOS MEJORAMIENTOS HABITACIONALES.

Autora: Maite Niborski, Colaborador: Javier Orlando

 

La cooperativa de Campo Unamuno[1], luego de varios años de lucha y de problematización sobre las condiciones habitacionales de sus pobladores, ha alcanzado convenios para la mejora del hábitat. Acompañamos este proceso desde hace 4 años con el sentido de mejorar la calidad de los espacios de la vivienda para la vida cotidiana. En esa lucha, y en ese trabajo, quedan pendientes convenios, los cuales fueron frenados por falta de pago. En este artículo comentaremos brevemente algunos de los conflictos que surgen en estos procesos de trabajo.

Desde el 2016, se firmaron 3 convenios por un total de 107 mejoramientos de viviendas, de las cuales 28 fueron terminadas, y 78 están en espera para iniciar los trabajos. En el transcurso de estos cuatro años, los costos de la construcción han aumentado a la par del dólar y las necesidades de la población. ¿Cómo incide la dolarización de los materiales de construcción en los programas de mejoramiento habitacional en el territorio?

Cuando se firmó el convenio en 2016, el costo del m2 de obra rondaba los $13.000/m2, el valor del dólar estaba a 15 pesos, lo que daba un valor de $400.000 para hacer la mejora. Esto permitía construir una mejora de 30m2. El convenio estuvo inactivo hasta 2018, cuando se dispusieron los recursos para iniciar. En ese entonces, el valor del dólar había aumentado a 38 pesos, el costo de obra había pasado a $24.000 /m2, y el monto del convenio se mantuvo invariable; lo que provocó que los mismos $400.000, alcanzaran para construir 16 m2, la mitad de lo posible al momento de realizado el convenio. 

En octubre de 2019 las obras se frenaron por falta de pago, y aún hoy continúan las gestiones para su reactivación. En el transcurso de estos 4 años, se ejecutó el 27% de los 3 convenios, dadas las condiciones materiales para llevarlas adelante. Estas obras se hicieron gracias al esfuerzo de les trabajadores (cooperativa de trabajo y profesionales), que no cuentan con una espalda financiera para abordar los magros recursos distribuidos en el tiempo. También se vieron disminuidas las posibilidades materiales de transformación ante la suba del valor de los materiales, herramientas e insumos.

El 73% restante de las viviendas a intervenir quedó en suspenso con la paralización de la obra. Si el convenio se reactivara hoy, habría que llevarlo adelante con un valor del dólar a 80 pesos, y un costo de construcción que superó los $50.100/m2. Lo que implica que si se mantuvieran las condiciones, los mismos $400.000 permiten construir 8m2, aproximadamente el 26% de la superficie posible de construcción a la fecha de la firma del contrato (2016). 

El incremento de los materiales de la construcción en función del dólar, tiene una repercusión en las políticas de mejoramientos habitacionales. No se puede esperar más. El paso de los años, y el incremento del precio de los materiales, hacen más difícil la ejecución de un mejoramiento habitacional que atienda las necesidades de la población. Aún nos queda por delante construir las estrategias para cambiar las condiciones estructurales de este conflicto.

 

 

 

[1] La Cooperativa de Trabajo Campo Unamuno se conformó desde la mesa barrial con la idea de que los propios vecinos del barrio sean quienes produzcan las mejoras. Proyecto Habitar y representantes barriales que conforman la mesa de trabajo y la cooperativa, trabajamos de forma conjunta para llevar adelante las obras de mejoramiento habitacional en los barrios D.A.M., 3 de enero, Libertad, 1° de Octubre y 2 de Mayo.