La gestión democrática del hábitat y el territorio: Transformaciones territoriales y derecho a la ciudad

Justicia Espacial es una plataforma de investigación en diseño y arquitectura para comprender, compartir y desarrollar proyectos de justicia espacial, mediante un ecosistema de aprendizaje que promueve agencia e intercambios comunitarios, multisectoriales y a través de las disciplinas.

En esta oportunidad nos invitaron a compartir la experiencia de Proyecto Habitar en un espacio de publicaciones donde comparten proyectos en Latino América que promueven la justicia espacial.

 Para leer la nota completa ingresá al siguiente enlace: https://www.justiciaespacial.com/pildoras

 

 

Libertad

No hay libertad sin derechos humanos.
 
No hay libertad sin igualdad y justicia en los territorios
 
Como con muchas otras palabras a lo largo de la historia, hoy nos encontramos frente al abuso engañoso del término libertad. Llegamos al punto en que la palabra libertad se ha consolidado como una bandera de quienes cotidianamente, e históricamente, reproducen la injusticia, la exclusión y la desigualdad a través de la opresión sistemática de los pueblos.
Esto es tan perverso como cínico.
 
La libertad que enuncian se lee a través de los lentes de la acumulación y la competencia, desde el prisma de las billeteras, es la ley de la selva. Se trata de relaciones entre personas libradas a las posibilidades que les otorgan sus fuerzas, sus bienes, sus armas. Las prácticas sociales desarrolladas bajo este supuesto eje libertario que esconde el pensamiento único del individualismo mercantil, nos encaminan a la destrucción del planeta como resultado de subordinación de los bienes comunes y de la función social de la propiedad a la supremacía de los bienes individuales y de la propiedad privada. Nos encontramos frente a la censura del debate sobre estas lógicas que se estructuran en la satisfacción de los impulsos personales, y la fuerza bruta para imponerlos, frente a los otros (pobladores de la misma ciudad o barrio, colegas, parientes) y frente a la salud del planeta que nos cobija.
 
La historia no empieza en cada minuto. Las personas no nacen en un punto de partida igualitario. La mayoría de las personas son obligadas a vivir en la austeridad y en los bordes de las ciudades. Otras viven en la abundancia disfrutando de la centralidad de las ciudades. A unos les toca poder y recursos infinitos, a otros una carrera de esfuerzos agotadores para la supervivencia. Es injusto dar carta abierta, sin mediaciones, para operar según su voluntad e impulso a habitantes en tan disimiles circunstancias. Es tan obvio el concepto como incomprensible. Es perversa la omisión de esta condición básica de la desigualdad social, territorial, de nuestro país y el mundo. Entonces, no está bien establecer como regla general que cada uno hace lo que quiere a partir de donde está, del dinero y la fuerza que tiene. Es necesario volver a hacer presente las nociones más fraternales del acuerdo de convivencia y desarrollo que nos trazamos como comunidad y en relación con nuestro entorno. Porque no hay libertad sin igualdad.
 
Las personas, organizaciones, instituciones, movimientos, que luchamos por la libertad en un sentido profundo, democrático, lo hacemos colectivamente. Con la certeza que el ejercicio pleno de la libertad requiere como guía de organización humanitaria la igualdad y la justicia. Igualdad y justicia a la que intentamos aproximarnos cotidianamente en el camino la de lucha por los derechos. Entre todos los derechos humanos, como grandes logros de los debates más avanzados de la humanidad, los derechos colectivos, los derechos económicos sociales y culturales son la forma más desarrollada en términos intelectuales y sensibles.
Reconocer un principio de igualdad como personas modifica positivamente nuestro horizonte de acción. Se trata de lo opuesto, de reconocernos como iguales, como personas para construir en conjunto una realidad más humana. No se trata de una igualdad ridículamente parodiada por los mentores del cinismo, que diluye las diversidades o que omite la relación entre el esfuerzo personal y social, y los resultados materiales del trabajo.
 
Reconocernos en las otras personas para entender que no hay argumentos para tolerar que millones de personas estén condenadas a no poder acceder a una vivienda, a los servicios básicos, al trabajo, al esparcimiento y el deporte. El desarrollo actual del trabajo nos permite rápidamente comprender que los recursos alcanzan. A partir del consenso sobre esta base de igualdad, lo que se impone son las acciones que remedian la desigualdad, por su carácter injusto respecto del solo hecho de la condición humana. En un territorio abismalmente injusto es ridículo proponer que ser libres es únicamente dejar accionar a los individuos con lo que tengan a mano.
 
Entonces, podremos proponernos una versión solidaria y humana de la libertad que pretendemos construir, a partir de la valiosa experiencia social acumulada en los procesos de organización para el trabajo, para la lucha y para la construcción de un mundo más justo. Porque no hay libertad sin justicia.
 
Existe también una operación falaz de una efectividad alarmante: pretenden imponer que la opresión de la libertad individual radica en los acuerdos colectivos y humanos, en las leyes que resguardan nuestros derechos sociales más elementales (a trabajar, habitar, educarse, a la salud, a la ciudad, a los territorios). Una hipótesis insostenible, nunca verificada ni argumentada, que sostiene que por “culpa” de los derechos no somos libres. Cuya versión mediática asimila en una hábil, aunque rudimentaria maniobra discursiva la existencia de corrupción, la ineficiencia del aparato gubernamental, la organización del Estado, la existencia derechos y entonces, debido a todo esto: la falta de libertad.
 
Según esta maniobra discursiva, la opresión de los pueblos no hay que buscarla en las acciones individuales “libres” de sectores poderosos como los grandes propietarios de la tierra, los operadores de las finanzas mundiales, los empresarios de las multinacionales, o los operadores del extractivismo rural y urbano. Estos sectores sociales que se benefician con todos los gobiernos, más allá de los partidos políticos, incluso de su carácter democrático, no guardan ninguna responsabilidad sobre la sistemática reproducción de la pobreza de millones, sino que estarían siendo impedidos de producir la riqueza suficiente y la abundancia actual no rebasa como para considerar las terribles circunstancias de vida de las poblaciones que trabajan para sus emprendimientos, o las consecuencias devastadoras que producen sobre el planeta.
 
Por el contrario, es indispensable salir de esta trama estridente. De la oferta mercantil de una versión de libertad vacía e individualista.
 
Es indispensable defender el carácter socialmente valioso de la libertad como base del ejercicio de la voluntad individual en una comunidad. Del desarrollo de los proyectos personales o grupales sobre la base de los acuerdos sociales que el avance de la humanidad ha podido construir en una historia de debates y luchas. Los derechos colectivos, como el derecho a la vivienda, a la ciudad, a los territorios, son parte de estas nociones guía, en construcción y debate. Muy necesarias para reconocernos como iguales, para trabajar en conjunto por revertir el desarrollo injusto de los territorios.
 
Los derechos, lejos de considerarse en extraña contradicción con la libertad, son un aspecto central de la organización social que nos permite ser libres, es imposible pensar en ejercer la libertad individual sin continuar la lucha y el trabajo cotidiano por los derechos humanos. Porque no hay libertad sin Derechos Humanos.
 
Proyecto Habitar, diciembre 2023

La lucha cotidiana, a modo de homenaje.

Iniciaba la década del 80, y comenzaba a debilitarse lentamente el aparato represivo más feroz de la historia argentina. Las políticas urbanas de la dictadura alejaban a las familias trabajadoras de la posibilidad de acceder al suelo y la vivienda. Para los sectores que hegemonizaban estas políticas mercantiles, la ciudad no era un derecho, sino algo exclusivo de quien lo merecía.

Por aquellos años, en un descampado húmedo, a unas veinte cuadras de la ruta 3, un grupo de personas que llegan al lugar construyen la primera versión de sus casas. Edificaciones que se levantaron rápidamente, como suele ser en estos casos, con madera y chapas, y sobre el piso de tierra del campo en el que se montaban. Para cualquiera que no vivió este tipo de situaciones, es prácticamente imposible imaginar de que se trata el frío, la oscuridad, la desolación en la que se pasan las primeras horas, los primeros días, los primeros tiempos de estos barrios.

Quien mira con el cristal de lo privado, de la propiedad y el dinero, ve una usurpación, un acto delictivo. Desde el ojo de lo privado no hay derechos (salvo el de la propiedad privada). A pesar de que la acción de la toma de tierras y de autoconstrucción sea un acto desesperado perpetrado por quienes no tienen alternativa. Lo verán de esa manera, aunque sus constructores se encuentren luego habitando un espacio que era de todos o de nadie, o un terreno de alguien a quien le sobra, un lugar que nadie está usando.

Las casillas se van consolidando con mucho esfuerzo, con el trabajo solidario de las familias en las tardes noches, y en el fin de semana. Las encargadas del cuidado –generalmente las mujeres- sostienen los hogares y buscan el modo de que los niños puedan seguir asistiendo a las escuelas. Son desafíos altos, implican transitar cuadras de barro hasta alguna parada de un colectivo que queda lejos, para llegar a una escuela que queda aún más lejos.

Las horas transcurren en la incertidumbre y el esfuerzo de transformar ese territorio pantanoso que es la cuenca del Riachuelo. Tras los primeros días, alguien consigue traer un cable desde la ruta, van “cortando” con postes improvisados por el campo, y así, el barrio consigue un poco de luz. El agua todavía queda lejos, pero a las semanas entre todos pagan un pozo, que ubican en el lote del vecino más amable, ya que por un tiempo largo tendrá que tolerar el transito constante de vecinas y vecinos con baldes y botellones.

Más o menos así, trascurrió la historia del barrio María Elena, desarrollado a la altura del km 27 de la ruta 3, en Laferrere, partido de La Matanza. La salud, la atención médica pública, fue una de las primeras necesidades y reivindicaciones colectivas que este barrio construyó.

Así nació la salita, que como resultado del trabajo solidario se construyó durante los primeros años.

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Los profesionales tenían su propio desafío. Entre los primeros, llegar hasta el barrio, y aprender a trabajar como parte de este proceso solidario. Territorios donde abunda la colaboración, y condiciona la escasez. Allí llego el Dr. Chino, hace como cuarenta años, y comenzó una historia que hoy anida en el corazón de su pueblo, y ha sido también reflejada en documentales y películas.

En el espacio de la sala también funcionó desde su origen lo que después se llamó la junta vecinal. El lugar en el que las delegadas por manzana se juntaban para organizar como mejorar el barrio con el esfuerzo conjunto, y como luchar para exigir por sus derechos a las autoridades que corresponda. En eso también fue histórico este barrio, como espacio de organización y lucha de vecinos y trabajadores.

El Chino sabía decir “no tenemos la sala que queremos, tenemos la sala que pudimos construir, que pudieron los vecinos construir”. Asi fue creciendo este espacio comunitario con el barrio. La atención de salud, la junta vecinal, el comedor y la atención comunitaria, este espacio fue siempre un lugar de intensa actividad barrial, y una referencia de construcción comunitaria.

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En nuestra primera entrevista el Chino, hace ya quince años, compartió con ternura un recuerdo entrañable de la década del sesenta. “Claro que lo conocí a tu viejo, me dijo. Él hablaba en las asambleas multitudinarias en medicina cuando yo estudiaba. Por él volví a la medicina.” Resulta que el Chino militaba en el campo, con los pequeños agricultores, promoviendo la revolución en el mismo partido que mi viejo. Raúl, mi viejo, y el Chino compartían un enorme corazón revolucionario, en el sentido amplio y humano que permite ejercer el trabajo y lucha cotidiana democráticamente, integrando lo firme y lo fraternal. Con los años me di cuenta que también compartían una sonrisa enorme, y el recuerdo entrañable de quienes se cruzaron con ellos.

Es cierto que la noche de la dictadura lesionó gravemente a nuestros luchadores sobrevivientes. Sin embargo, no pudo apagar su vocación transformadora. Desde el final de aquel gobierno, ambos doctores mantuvieron e intensificaron su militancia política, sindical y social. Especialmente valiosos como demostraciones de un ejercicio creativo y coherente de sus profesiones. No casualmente hoy, las salas de salud comunitaria que ambos dirigían hasta su muerte, uno en Avellaneda, el otro en La Matanza, llevan su nombre como reflejo de su impronta en el corazón de estos barrios.

Contaba el Chino que en una ocasión, ya en los ochenta, al re encontrarse en democracia, mi viejo lo interpela para que vuelva a ejercer la medicina, como parte de una tarea que podía potenciar su militancia. Le “pasa una guardia” y lo acompaña en la vuelta a la profesión. Esto se acordaba el Chino, y lo compartía con nosotros muchos años después, entendiendo rápidamente la fuerza que la historia y los proyectos tiene en nosotros. Recuperaba con cariño una historia que nos unía fraternalmente, sin conocernos. Lo hacía en la primera entrevista que le hicimos con Eugenia, como coordinadores de un grupo de estudiantes y profesionales de la arquitectura que llegaba al María Elena a desarrollar lo que en aquel momento llamamos Consultorios de Arquitectura. Con una perspectiva muy similar a la que lo había llevado hasta ese lugar al Chino hacia muchos años, a militar por el derecho a la vivienda, a la ciudad, al territorio.

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Para nuestro grupo, aquella fue una experiencia fundante, así como todo lo que aprendimos del equipo de la sala y de la junta vecinal. Para Proyecto Habitar, como se llama el colectivo de profesionales que fundamos en aquellos años, un territorio al que siempre nos es grato volver.

El equipo de la sala nos acompañó en el proceso de abordaje integral del territorio, en lo que implica la práctica de conocer las personas y sus casas, las organizaciones y sus barrios, hacerlos desde su historia y sus proyectos. Lo hicieron invitándonos a entrar a sus casas, y compartiendo también una de las experiencias más avanzadas de educación popular en salud que conoce la región. Allá por el dos mil nueve, compartimos la experiencia de formación comunitaria de agentes de salud, que hoy lleva más de treinta y cuatro ediciones, iba por su versión número diecinueve.

Así fue como en una mañana de martes, fría, del invierno de dos mil nueve, pedimos permiso para asistir a una clase del Chino. Con calidez, simpleza y profundidad, el Chino explicaba de que se trataba la cuestión de la salud. En forma y contenido, era una clase de docencia para cualquier rubro. La salud, decía, se organiza en cuatro sistemas. Está el de la salud privada, la que se compra y se vende en las clínicas. El de los trabajadores formales, que se pueden atender en las obras sociales. Esta la salud popular, la que se practica informalmente. Y esta la salud pública, que es de donde somos nosotros-refiriéndose a la sala-, a la que todos tenemos derecho. Con la misma naturalidad del trato cotidiano, pasaba un rato más tarde a hablar de los parásitos, de cómo eran, preguntando en el aula que sabían del tema, y que experiencia tenían sobre esta cuestión, para construir desde allí el conocimiento necesario y situado.

En un solo movimiento, había dado algunas referencias estructurales, y señales claras de su posicionamiento, teórico y práctico. Sobre los sistemas de salud y los derechos, sobre los conocimientos y la construcción desde el encuentro de saberes. La sala trabaja por el acceso público a la salud, como un derecho de todos. Como técnicos y profesionales, su equipo se ubicaba en un lugar de compromiso integral, consciente de estas alternativas, y eligiendo un lugar y un modo de ejercicio de la disciplina que construya un mundo de personas con iguales derechos.

En el mismo proceso, Hugo, el psicólogo social de la sala de salud, nos enseñó algunos criterios de trabajo estructurales para el ejercicio democrático de nuestras profesiones. Hugo aportó guías conceptuales profundas, como reflexionar reconociendo que los profesionales son los mejores cuadros que genera el sistema, entonces: ¿Cómo trabajar desde una perspectiva de derechos sin desnaturalizar lo aprendido? Desde esta mirada se trata de construir problemas y reflexiones a partir de un vínculo de pares, en el que la diferencia está en el conocimiento. También lo hizo en la práctica, poniendo en una mañana cualquiera de la multitudinaria sala de espera de la salita un buzón, e invitaba a los vecinos a contestar un volante que preguntaba ¿Para qué sirve un arquitecto?

Nos proponía empezar desde ahí, confrontar con la historia de nuestra profesión, su carácter de clase y la dificultad de integrar nuestras acciones a los procesos y recursos que se movilizan en estos barrios. En el mismo camino de construcción crítica y colaborativa, el Chino, Hugo y el equipo nos “derivaban” pacientes. Personas que tenían en sus casas problemas que acentuaban o eran parte de los factores que generan enfermedades eran entonces quienes llegaban a nuestro consultorio. Nuevamente, el desafío de construir un plan de problematización y proyección de un espacio más adecuado para la vida en salud, con sus pobladores, en el desarrollo de su vida cotidiana.

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Más de una década después, nos encontramos en la sala junto a su equipo y a la junta vecinal trabajando desde una perspectiva de derechos. Seguimos compartiendo la tarea de construir un modo de trato social en el que la colaboración y la solidaridad guíen el encuentro, construyan la casa, el barrio, la ciudad y el territorio.

En la arquitectura y el urbanismo, como contaba el Chino en el curso, también como profesionales comprometidos elegimos cómo y con quienes trabajar. La producción urbana tiene, como la salud, distintos modos y sentidos. La vivienda y la ciudad también pueden entenderse como resueltas por distintos sistemas.

En algunos casos, las casas son cosas. Mercancías que se ubican en barrios privados o en torres, en algún lugar que puedan ser vendidas a buen precio. Ahí la ciudad es también una cosa que se compra y se vende.

A veces, los gobiernos, por distintos motivos también construyen casas como cosas, como objetos de las góndolas. Al principio, generalmente, esas no se compran ni se venden. Aunque son otorgadas a personas que lo necesitan, en general nadie las elige, sino que son un modo de vivir bajo techo y a resguardo de la lluvia, en la mayoría de los casos lejos del centro.

En algunos casos, como en el barrio María Elena, los pobladores se organizan y con su trabajo construyen sus casas y su barrio. Estos procesos tienen la paradoja de sostenerse prevalentemente en valores humanos como la solidaridad o la colaboración, y el mismo tiempo ser los que más padecen las injusticias. En general, durante su desarrollo, los pobladores construyen lazos de solidaridad y colaboración para todas las tareas. Durante el trabajo de la producción para conseguir materiales, edificar y movilizarse. También para las tareas de la reproducción, se generan lazos sociales que se construyen cuando colaboran cotidianamente en los cuidados, en la salud, la educación. Al mismo tiempo, son los territorios en los que se padecen las desigualdades que en otros territorios se disfrutan. Barrios donde tener agua potable, o cualquier otro servicio básico adecuado resulta siempre el logro final de una larga lucha colectiva.

Nosotros, como el Chino, queremos trabajar en procesos de construcción de vivienda y ciudad en los que la solidaridad y la colaboración sea una guía. No hay barrios populares, salas de salud ni Proyecto Habitar sin construcción colectiva. No hay historia del Chino sin el equipo de trabajo de la sala, no hay Chino sin el apoyo de Mónica, la histórica enfermera de la sala; sin Jorge, ese colega que siempre lo acompaño con igual compromiso en la coincidencia y la disidencia; sin Nuria, esa referente barrial que siempre sostuvo la tarea, sin Hugo, el psicólogo social que hasta hoy continua la ardua tarea de dirigir la sala manteniendo este horizonte de sentido. En ellos y ellas, tantos otros. De esta manera seguimos trabajando con la coherencia que aprendimos en estos territorios, así seguimos en la senda que compartimos desde el primer día que nos cruzamos con él, en aquel reportaje. En la tarea que hoy llevamos adelante con el equipo de la sala, y la junta vecinal, que sigue promoviendo un espacio de un encuentro inclusivo y democrático; y el acceso de todos sus pobladores al derecho a la vivienda, a la ciudad, al territorio.

Ese es nuestro homenaje más profundo al Chino, y a todos y todas los luchadores. Seguir la tarea cotidiana que construye el mundo que queremos y necesitamos.

Julián Salvarredy. Proyecto Habitar, junio de 2023

 

Relevamiento de Proyecto Habitar y el equipo de la junta vecinal, 2023.

Taller y homenaje al Chino, 2023.

Relevamiento de Proyecto Habitar y el equipo de la junta vecinal, 2023.

Dr. Nestor «Chino» Olvieri, atendiendo en la toma de Abasto.

Dr. Raúl Salvarredy en la sala de salud, 1993.

EL SENTIDO SOCIAL DEL ESPACIO PÚBLICO. Encuentro con estudiantes de arquitectura para la proyección de tácticas urbanas

 

El lunes 16 y martes 17 de mayo volvimos a compartir el espacio de enseñanza aprendizaje sobre TÁCTICAS PARA EL ESPACIO PÚBLICO invitades por el taller ARQUITECTURA 3C de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Córdoba.

Coordinado por Viviana Colautti, el seminario trató sobre tácticas para el espacio público, promoviendo que les estudiantes de arquitectura discutan el programa y las formas de materialización para favorecer el encuentro entre habitantes del barrio Alta Córdoba (sector donde vienen desarrollando los ejercicios).

Desde Proyecto Habitar expusimos los lineamientos que guían el trabajo en curso de tácticas urbanas para transformar las condiciones de movilidad cotidiana desde la perspectiva del derecho a la ciudad en el marco de la actualización del Plan de Movilidad Urbana Sustentable y formulación de Estrategias de Movilidad en el Área Central para la Ciudad de Córdoba.

Profundizando en la redistribución territorial de las infraestructuras para la vida cotidiana desde una perspectiva de cuidados considerando la diversidad de usos y prestando especial atención a los movimientos de los actores sociales involucrados en la movilidad que históricamente han sido excluidos de los derechos urbanos y requieren mejoras en su movilidad cotidiana.

Nos referimos específicamente a les trabajadores que desarrollan su práctica en el espacio público, como les vendedores ambulantes, trabajadoras sexuales, feriantes, recolectores y a les jóvenes, adolescentes, personas en situación de discapacidad, infancias, personas en situación de calle, adultes mayores y responsables de tareas de cuidado.

Primeramente, les estudiantes identificaron las actividades productivas y reproductivas que reúnen a la población del barrio Alta Córdoba, luego, trabajaron intensamente en acciones tácticas que potencien desde la arquitectura aquellas que promueven la participación en la mejora del espacio.

Al cierre de la jornada, resultó revelador observar en los trabajos que se presentaron, la consideración del disfrute del encuentro con otres para proyectar las acciones en el espacio público, poniendo en debate la perspectiva productivista que tradicionalmente ordena las trasformaciones urbanas. A su vez, algunos grupos rompieron la barrera de la línea municipal proyectando recorridos que atraviesan por el interior de las manzanas para favorecer el uso del rio Suquia, el parque de ribera, la calle y los puentes. Estas propuestas resignifican los límites establecidos entre el binomio público y privado y favorecen la redistribución de los recursos urbanos.

Por último, resaltamos la incorporación de la transformación progresiva, que algunos trabajos incorporaron con propuestas de acciones efímeras que permitieran verificar la apropiación de la población de la propuesta, saliéndose de la definición inmutable y abierta al aprendizaje sobre el impacto social logrado.

El encuentro permitió conocer la perspectiva de les estudiantes sobre el espacio urbano que transitan cotidianamente y proyectar desde allí acciones hacia una transformación que les incluye, poniendo en práctica la exposición y la escucha de múltiples perspectivas que orientan el sentido social del espacio público y por tanto, de la ciudad.   

Mayo 2022

Mansueto Clara en Proyecto Habitar

 

MARCHA 8M 2022, ENCUENTRO FEMINISTA

Marchamos porque no podemos mirar para otro lado y queremos decir basta, a la persistente reproducción de la desigualdad socio urbana y la fragmentación socio espacial que crece en nuestro territorio día tras día.

Para transformar la realidad, debemos actuar de otra manera, profundizar en lecturas críticas que trasciendan el binarismo, y transformar lo que vemos injusto todos los días.

La Ley Micaela permitió avanzar en la formación de cuadros técnicos de múltiples espacios; sin embargo, los recientes acontecimientos de violencia nos indican que no ha cambiado mucho en lo cotidiano. Mientras el discurso está aprendido, el machismo, el colonialismo y el productivismo están a la orden del día, en un sistema social que lo encubre.

Es urgente transformar la habitualidad y atravesar los límites que resguardan las reglas de la opresión en el ámbito privado.

Las leyes de cupo laboral travesti-trans, de paridad de género, de parto humanizado, de protección contra la violencia, de Matrimonio Igualitario e Identidad de Género, de aborto legal seguro y gratuito, son enormes logros de una lucha que avanza contra la desigualdad; sin embargo, en el campo de la arquitectura y el urbanismo seguimos actuando con reparos en la transformación de la realidad, en el proceso mismo donde se desarrolla.

Es necesario revisar críticamente en las políticas de hábitat la lectura mercantil que cuantifica metros de vereda, postes de luz y canillas como la respuesta posible, homogeneizando nuestra vida.

Necesitamos una mirada que trascienda la preocupación por los costos, que no es más que una mirada productivista reproductora de la desigualdad.

Necesitamos una política de hábitat que financie una política de los cuidados urbanos, que valore la vida.

Necesitamos resignificar las formas de propiedad, para trascender la desigualdad necesitamos formas de propiedad colectiva.

Necesitamos la participación efectiva y la incorporación de los intereses de la población en la elaboración de las políticas, dando lugar a que surja algo nuevo, que no estaba en la planilla.

No hay grandes cambios en materia de espacio urbano: sin dinero no hay agua, ni baños, ni bancos, ni sombra, ni vivienda… Esta realidad segrega, dejando a varios grupos afuera de las posibilidades del uso de la ciudad que se valoriza con el trabajo productivo y reproductivo que no se registra.

La lucha contra la desigualdad nos encuentra hoy aquí reclamando por un lugar en el mundo donde nuestras vidas sean consideradas como tales, donde la humanidad se aprenda en libertad.

La lucha por el acceso a la vivienda en el centro de São Pablo. La experiencia de Sãn João.

Relator: Ricardo De Francesco

Durante el mes de enero algunes integrantes del colectivo Proyecto Habitar partimos desde Buenos Aires a Brasil para conocer los procesos de producción de arquitectura y urbanismo; sus protagonistas, su instrumentación y los aprendizajes surgidos de la gestión social. Visitamos diferentes ciudades, con el fin de conocer procesos actuales y pasados donde se promovieron luchas para transformar la desigualdad que atraviesa nuestro continente. Esta nota se centrará en particular en la ciudad de São Paulo, donde nos reunimos con Evaniza Rodrigues, referenta nacional de la União Nacional por Moradia Popular (UNMP).

Evaniza se desempeña en la elaboración de propuestas de políticas urbanas y de vivienda por ayuda mutua junto a los movimientos populares, y realiza actividades de formación vinculadas a dicha temática. Con una larga trayectoria en gestión del hábitat, se destaca su desempeño como jefa de gabinete de la Secretaría de Programas Urbanos del Ministerio das Cidades durante la gestión de Raquel Rolnik como Secretaria Nacional (2003-2007).

La posibilidad de habernos cruzado con Evaniza en distintos encuentros latinoamericanos, como los de Producción Social del Hábitat organizados por HIC-AL en México o el IV Foro por el Derecho a la Tierra y la Ciudad en Paraguay organizado por Vivienda Cooperativa, han permitido el encuentro de nuestros intereses sobre la instrumentación de políticas públicas que favorezcan el acceso a la vivienda y el protagonismo de los moradores en la lucha por la transformación del espacio.

Nos recibió Evaniza en la sede de la UNMP y luego de una conversación sobre los inicios del movimiento, sus objetivos y proyecciones, salimos a recorrer por el centro de São Paulo varios edificios y proyectos en curso. Finalmente llegamos a la ocupación São João, próxima a la Estación República del metro. Se trata de una ocupación de un antiguo hotel abandonado en el que actualmente viven alrededor de 60 familias.

Allí nos recibió Nildo, habitante y referente del Movimento Sem Teto pela Reforma Urbana, quien restituyó el proceso de lucha del movimiento y la gestión del edificio por parte de la organización. En esta restitución aparecieron aspectos teóricos que orientan el diseño de la política de hábitat del movimiento social, y también aspectos instrumentales que reflejan esa teoría. Ejemplo de ello son el registro de inmuebles ociosos, el reconocimiento de aquellos inmuebles que forman parte del patrimonio del estado, la situación legal e impositiva de los inmuebles que quedan abandonados.

Aquellos edificios que ya fueron expropiados por el gobierno local o están en vías de expropiación se consideran los más adecuados para ocupar, ya que las organizaciones tienen mayores posibilidades de incidir en que el gobierno destine recursos para la rehabilitación del edificio incluyendo a los habitantes de la ocupación como parte del proyecto. Se trata de procesos extensos y complejos, en los que las organizaciones ocupan los edificios durante muchos años, teniendo que resistir múltiples desalojos violentos por parte de las fuerzas de seguridad.

Uno de los aspectos más relevantes de esta experiencia es que en esta sucesión de acciones, los movimientos sociales no subordinan la relevancia de desarrollar un programa social que efectivamente construya nuevas formas de relación social y nuevos criterios de organización del espacio.

Nildo nos guío por todas las instalaciones del edificio y de esta manera pudimos conocer el modo en que se organizan para el uso, gestión y mantenimiento de los espacios colectivos. La propuesta programática mantiene las habitaciones del hotel como vivienda de les ocupantes y los espacios comunes pre existentes para las actividades colectivas y reproductivas de la comunidad que lo habita.

Las paredes del hall de acceso están destinadas a contar el proceso histórico de lucha del movimiento. Registros fotográficos, murales y paneles con investigaciones cuentan sobre el trabajo de la organización realizados en conjunto con militantes políticos y académicos por el derecho a la vivienda y la ciudad en América Latina.

El antiguo salón comedor actualmente es el espacio para las asambleas, reuniones y actividades culturales de la organización. Asociado a éste se desarrollan las actividades de niñes, como una juegoteca, una biblioteca, una cocina comunitaria y un salón para actividades de formación política. En una de las paredes de este espacio están las fotos de les protagonistas que ocuparon el edificio. Un registro que pone los rostros humanos de quienes sostienen cotidianamente esta lucha.

El sistema de gestión comunitaria para el mantenimiento de los espacios colectivos incluye a todes les ocupantes. Nos contaron sobre cronogramas semanales para definir por pisos la administración y limpieza de estos espacios, como así la posta de seguridad en el ingreso.

En el intercambio con Evaniza y Nildo pudimos comprender la importancia de la lucha de estas organizaciones para acceder a una vivienda y que la misma esté localizada en el centro de São Pablo. Este par se sustenta en dos aspectos relevantes. Por un lado, la vivienda es considerada un medio para resolver un problema social que afecta gran parte de la vida cotidiana de las personas. Y, por otro lado, la importancia de la localización en la centralidad urbana, que reconoce el conjunto de oportunidades y beneficios de la ciudad, que incluye una dirección para conseguir un trabajo; la proximidad a los espacios culturales, educativos, de salud, como así también el acceso a los múltiples servicios urbanos, redes de transporte, comercios e infraestructuras.

Sin perder de vista las condiciones propias de cada territorio y los actores que inciden y participan en las transformaciones urbanas, las ideas y acciones de estas organizaciones representan una referencia política a tener en cuenta para profundizar la lucha por el acceso a la vivienda en cada ciudad de nuestra región latinoamericana.

 

Inauguración Espacio Itinerante de la AMUAA

Maite Niborski, Clara Mansueto

Esto es lo que nos ha tocado vivir a las personas afrodescendientes, a las personas indígenas. Sacados de sus espacios, llevados de acá para allá como cosas. Hoy somos seres humanos, pero sin embargo persisten el racismo, el clasismo, y este racismo sistémico, porque se reproduce y sigue en el tiempo. Porque lo vivimos constantemente. Es estructural, porque está en las estructuras y en los pisos, de este poder blanco, racista, que es este sistema. Vivimos en un sistema, el de la blanquedad. En este sistema se escriben los libros, en este sistema pensamos, y desde este sistema se determinan las leyes. (…)

Sandra Chagas, referente de la organización Matamba, inauguración espacio itinerante AMUAA.

Estas expresiones que dan cuenta una historia de lucha por el acceso a los derechos humanos, formaron parte del encuentro organizado por la Asociación de Mujeres Afrodescendientes de Avellaneda (AMUAA), para celebrar la inauguración del espacio itinerante de la AMUAA trabajado con Proyecto Habitar. El encuentro fue una oportunidad para compartir con referentes de la comunidad afrocandombera una instancia de reflexión sobre el problema de acceso a la ciudad y a la vivienda que atraviesan, a propósito de unas entrevistas que realizó la organización.

En la reunión se valoró el avance institucional en materia de visibilización de la cultura afroargentina, desde el censo nacional del 2010, que por primera vez registra la población con origen afro como tal; la ley nacional 26.852 sancionada en el 2013, que decreta el 8 de noviembre como el día de les afroargentines y de la cultura afro, exigiendo al Ministerio de Educación y de Cultura el desarrollo de contenidos que pongan de manifiesto y concienticen sobre la existencia de la cultura afro; o el Decenio Internacional Afrodescendiente  (2015-2024) establecido por la ONU, que crea un marco en el cual se insta a los países miembros a llevar adelante políticas públicas y programas de visibilización de las comunidades afrodescendientes, como así también programas de promoción y protección de sus derechos. No obstante, los derechos de la población afrocandombera siguen siendo vulnerados, con serios problemas para acceder a la identidad, a un trabajo o a una vivienda digna.

Las historias presentes en las entrevistas dan cuenta del modo en el que la comunidad afrocandombera se ve afectada por la desigualdad en materia habitacional. Junto con el relevamiento realizado en 2017  por AMUAA con el apoyo del área de Extensión y el Observatorio de la UNDAV a una población de 108 personas de la comunidad habitantes de Avellaneda, se conoce que apenas un 4% cuenta con vivienda propia, un 33% logra acceder a la vivienda mediante alquiler, y más del 50% vive en casas ocupadas en su mayoría en la zona central del municipio. Los desalojos se presentan como el principal motivo de mudanza del 41% de las familias censadas.

La expulsión de la población afrocandombera del sur de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es moneda corriente en los relatos. Mientras se observa un crecimiento exponencial de valorización del suelo en este sector en los últimos años, la población vive una larga historia de desterritorialización, en la disputa por el uso y goce de los bienes y servicios de la centralidad urbana.

En sus años de vida, la AMUAA llevó a cabo diversas acciones de registro de la problemática de la población afrocandombera, con un trabajo de relevamiento local, vinculándose con las personas que tienen cerca, para conocer cómo impacta la discriminación en su vida. En esta búsqueda nos encontramos, y decidimos dar un primer paso: la producción de un espacio itinerante para la exposición pública del desarrollo de la cultura afrocandombera que realiza la AMUAA.

Durante varios meses trabajamos conjuntamente para proyectar y materializar un espacio que colabore en la visibilización de una comunidad en lucha por los derechos a la identidad, la vivienda y la ciudad. Se proyectó y construyó con el propósito de que se pueda instalar en los sitios de referencia barrial, donde el reclamo histórico por la igualdad de derechos se hace público.

La jornada de inauguración fue un hecho político; favoreció la reflexión  sobre el problema de la vivienda, y de qué manera se presenta cuando se intersectan diferentes formas de exclusión: de clase, de etnia, de género. Una acción pública, para hacer visible a la comunidad y al estado local la urgente trasformación del sistema de la blanquedad que sostiene relaciones de opresión que la comunidad afroargentina denuncia.

Fuente: Izquierda Diario

#Urbanizacionya!! Por el derecho a la ciudad en el Barrio Ferroviario de San Fernando

Fuente imagen de portada: Izquierda Diario

Les vecines del barrio Ferroviario dijeron basta! Desde hace más de 50 años, este barrio popular que hoy alcanza más de 150 viviendas, se fue ampliando con las crisis económicas y sociales de la década del 90 y 2000. Conviven con un problema histórico que es que su población no cuenta con servicios básicos como agua, cloaca, electricidad segura. A pesar de encontrarse a metros de las conexiones troncales que pasan por la calle Martín Rodríguez, de estar localizados en el centro urbano de Victoria, y de ser uno de los 4416 barrios populares registrados en el marco de la Ley de Integración Socio Urbana, los obstáculos y la violencia que han sufrido sus habitantes han puesto de manifiesto que la situación habitacional en este barrio debe transformarse inmediatamente.

El día viernes, las referentas del barrio tomaron la decisión de convocar a una manifestación pública a sus vecinas y vecinos, quienes junto a las organizaciones sociales que forman parte de la mesa de urbanización, marcharon por las calles de San Fernando, demandando la articulación entre la Secretaría de Integración Socio Urbana de Nación, el Municipio de San Fernando y Trenes Argentinos, para llevar a cabo las mejoras en el barrio. Esta demanda viene de un proceso más extenso, que se profundizó durante el periodo de ASPO en 2020 cuando les habitantes del barrio se encontraron imposibilitados de alcanzar las condiciones sanitarias mínimas para prevenir los contagios por Covid 19.

En ese momento, un grupo de vecines convoco a organizaciones de profesionales, profesionales independientes, ongs y organizaciones sociales para buscar resolver “el problema del agua”, que hasta el momento no había sido atendido por las áreas idóneas del municipio de San Fernando. En ese proceso, nos involucramos desde Proyecto Habitar, acompañando la lucha por la transformación de este territorio para garantizar el derecho a la ciudad. Luego de varios meses de trabajo que incluyeron relevamientos, diagnósticos, elaboración de proyectos y asambleas para debatirlos, se conformó la mesa de urbanización, buscando ser un ámbito de reunión de todos los actores, donde se pudieran conocer con precisión las demandas barriales y definir las estrategias de articulación con organismos estatales para llevar a cabo la urbanización. En todo momento, las mujeres del barrio fueron protagonistas, demostrando su valentía, capacidad de organización y toma de decisión, privilegiando las acciones para el bien común, entendiendo que, si una transformación es buena para unos, debe serlo para todos.

Desde la mesa se llevaron a cabo numerosas gestiones, presentaciones de notas y pedidos de información pública frente a distintos organismos, encontrando la mayoría de las veces respuestas negativas o que dilataban el abordaje de la grave situación habitacional. A esto, se sumó la militarización del único ingreso disponible, impidiendo el acceso de materiales de construcción, camiones atmosféricos, ambulancias, entre otros vehículos. Si bien estos obstáculos fueron desalentando en parte a les pobladores, no logró desviarlos del objetivo central: llevar a cabo la urbanización del barrio con un alto grado de protagonismo. Se pensaron nuevas acciones y articulaciones, se propusieron capacitaciones en materia de hábitat para conocer los aspectos más relevantes de una urbanización, las legislaciones existentes que favorecen la seguridad en la tenencia del suelo y los componentes materiales y sociales con los que debían contar para que el proyecto del barrio se pudiera concretar.  

Durante la semana del 8 de noviembre, el problema del acceso al agua llego a una situación insostenible, cuando desde el predio del ferrocarril, personal de la empresa cortó la única conexión con la que el barrio estaba servida, proveniente de un tanque de reserva del otro lado de las vías. De esta manera el barrio entero quedo imposibilitado de acceder a la red de agua que solo usaban para la higiene, ya que no es apta para consumo. Esto los llevo a realizar una manifestación pública para visibilizar el problema, cortando calles y pidiendo una vez más un dialogo con las autoridades para poder alcanzar una solución que beneficie a todas las partes.

El pedido de las referentas es simple y preciso, expresa a gritos la necesidad de poner punto final a la vulneración de derechos que ha atravesado por años la vida de les habitantes del barrio: “Queremos que nuestros hijos puedan tener agua potable y puedan caminar a la escuela sin barro en los pies. Tenemos derechos como cualquier ser humano…”

“Nos vamos a hacer escuchar. Atrás del muro de Martín Rodríguez hay un barrio. Hacemos esto para que nos vean, para no ser mas invisibles ¡¡¡Necesitamos el apoyo de los vecinos que están a nuestro alrededor!!! Necesitamos que la SISU articule con el municipio y Trenes Argentinos para llegar a un acuerdo de urbanización, del cual queremos ser parte”  

Desde Proyecto Habitar adherimos a este pedido y nos entendemos, junto a todas las organizaciones de la mesa, parte del proceso de lucha que busca transformar la realidad del barrio Ferroviario, con la perspectiva de que la mesa de urbanización sea escuchada en los ámbitos de toma de decisión, como órgano representativo del barrio. Compartimos las palabras de sus referentas, ya que en un contexto de profunda desigualdad manifiestan que este fue un día de victoria, ya que frente a la injusticia histórica que vive este barrio, esta lucha no es en vano.  

Fuente de las imágenes: Referentas del Barrio Ferroviario

 

Capacitación para la transformación urbana. Barrio Victoria del Ferroviario, San Fernando

A fines de Abril de 2021, en el marco de las reuniones con les referentes de la Mesa de Urbanización del barrio Ferroviario, mientras hacíamos un balance de las tareas realizadas luego de un intenso año de trabajo, nació la idea de organizar un espacio de capacitación y reflexión sobre la Urbanización del barrio.

La idea fue creciendo e integró al espacio de reunión entre vecines, a las distintas organizaciones sociales que estaban aportando su trabajo militante en el barrio, con la perspectiva de construir un proyecto común. 

El diseño tanto de contenidos como metodológico de este proceso de enseñanza aprendizaje, nos permitió crear un nuevo ámbito que fue resignificando y fortaleciendo la organización barrial interesada en gestionar y llevar a cabo la transformación del espacio barrial.  

A partir de los intercambios, acordamos algunos interrogantes para organizar los contenidos: ¿A qué llamamos barrios populares?, ¿De qué está hecho un barrio popular? y ¿Cómo y de qué manera podemos organizar la urbanización de un barrio?

De esta manera construimos un espacio de reflexión y capacitación sobre los aspectos más significativos de la urbanización del barrio desarrollando conjuntamente un conocimiento que permitiera mejorar las estrategias de trabajo y las acciones para urbanizar el barrio.

¿Qué acciones llevamos adelante para que esto suceda?

Lo primero que hicimos, una vez que tomamos la decisión de realizar la capacitación, fue hacer una reunión con las organizaciones del barrio en la que acordamos que esta tarea era importante para todes, de modo que les referentes de cada una, Movimiento Evita, Barrios de Pie, Fol y la Iglesia Luz en Victoria, lo propondría a les vecines que integran las cooperativas de RENATEP. 

En esa reunión compartimos un cronograma tentativo de 4 encuentros y una lista de temas de interés. Las referentes propusieron llevar a cabo una metodología ágil, con preguntas que facilitarán la apropiación de les participantes y el seguimiento de la cursada.

El 10 de Mayo las referentas de la mesa crearon un grupo de WhatsApp en el que fueron sumando a les interesades, alcanzando alrededor de 20 personas. El propósito era compartir el material de cada clase y las inquietudes respecto a la cursada. Posteriormente, el grupo se convirtió en nuestro canal principal de comunicación colectiva, ya que debido a la pandemia, se prohibieron las reuniones presenciales por algunas semanas. Este medio nos permitió mantener un diálogo constante en la virtualidad, hasta que pudimos volver a reunirnos en el barrio.  

¿Cuáles fueron los contenidos que se trabajaron?

En los tres encuentros de la capacitación, abordamos tanto las experiencias de la comunidad como los aspectos teóricos y metodológicos de cada una de las cuestiones programadas.

En el primer encuentro abordamos la noción de barrios populares, atravesado por los derechos humanos a la vivienda y la ciudad. Este encuentro sirvió para que les referentes y pobladores conocieran las leyes y marcos normativos vigentes, y se reconocieran como sujetos de estos derechos en cuanto a las posibilidades de urbanizar el barrio.

El segundo encuentro estuvo enfocado a las reglas sociales establecidas para desarrollar una urbanización, abordando los elementos que componen dicho proceso y las consideraciones urbanas a tener en cuenta. También presentamos las modificaciones que se produjeron a estas reglas, producto de la experiencia y movilización sostenida de pobladores, organizaciones sociales y profesionales, para promover reglamentaciones que se ajusten a las formas de construcción de los barrios populares. 

Por último, durante el tercer encuentro abordamos las formas jurídicas de organización que favorecen la institucionalidad de una urbanización barrial. Con el interés de promover que referentes y pobladores se asocien en alguna de estas formas para trabajar sobre los problemas barriales y sus posibles resoluciones.

En un próximo encuentro vamos a poner en acto los conocimientos adquiridos a través de una jornada de relevamiento de la totalidad del barrio, registrando las condiciones materiales de las viviendas, sus dimensiones y la composición de los grupos que las habitan. 

¿Qué es lo que se viene?

Estamos lanzando una convocatoria a estudiantes de arquitectura y urbanismo para los últimos días del mes de Julio. Nos interesa sumar a aquellas personas que tengan interés de aportar sus capacidades técnicas en equipos coordinados por les arquitectes de Proyecto Habitar y les referentes del barrio Victoria del Ferroviario.

Con estos datos vamos a avanzar en la gestión de políticas frente a las autoridades públicas. Tenemos la intención de continuar construyendo un proyecto que favorezca el bien común y tienda a avanzar en la urbanización del barrio. 

Esta capacitación fue un hito significativo para la mesa de urbanización, permitiéndonos crecer en grados de involucramiento con las personas que transitan este barrio, y concretando acuerdos para dar con firmeza los próximos pasos, a la luz de los nuevos conocimientos alcanzados de manera colectiva.

 

Para ver mas fotografías de la última clase, entra en este link

Para ver los videos de las capacitaciones:
1° Encuentro
https://youtu.be/qkAoemaRGDw 
2° Encuentro
https://youtu.be/-xAIFlY-18U
3° Encuentro
https://youtu.be/klxRiQez-WI

 

Equipo de Proyecto Habitar

Coordinadoras del Proyecto:
Eugenia Jaime y Gabriela Torrents

Equipo:
Gastón Janza
Ezequiel Biagioni
Mariana Aleksandrowicz
Ricardo De Francesco

LA GESTIÓN DEL HÁBITAT EN EL MUNICIPIO DE MORÓN. #1

Autora: arq. Teresita Sacón | Entrevistas realizadas por: Ma. Laura Brandolini, Ricardo De Francesco y Teresita Sacón.

 

En el marco del trabajo entre Proyecto Habitar y la Plataforma por el Derecho a la Ciudad, realizamos una serie de entrevistas para indagar en los diversos modos de gestión del hábitat en los Municipios de Área Metropolitana de Buenos Aires donde se han conformado Consejos Locales de Hábitat. Estos son instrumentos con fuerte potencial en dos aspectos: como articulador entre actores de distintos sectores que realizan transformaciones en la ciudad, y como promotor de la democratización de la toma de decisiones en materia de hábitat.

En esta ocasión, entrevistamos al Director de Hábitat y Vivienda del Municipio de Morón y a representantes de tres organizaciones que, además de contar con una larga trayectoria de trabajo en hábitat en este municipio, han participado activamente en la creación del Consejo Local.

Para profundizar en el conocimiento sobre la implementación en el distrito, indagamos sobre los trabajos específicos sobre la temática que ha realizado y realizan en este municipio, sobre las dificultades y avances en la gestión del hábitat, y las motivaciones que los llevaron a impulsar la creación del Consejo Local.

Punto de partida

El Área Metropolitana de Buenos Aires está integrada por 24 municipios[1] y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, allí habita el 82% de la población de la Provincia de Buenos Aires[2]. Son más de 400mil familias las que habitan en Barrios Populares según el RENABAP.

Hacia fines del 2012 se sancionó la Ley 14.449 de Acceso Justo al Hábitat, la cual tiene por objeto promocionar el derecho a la vivienda y a un hábitat digno y sustentable. Dicha ley es la institucionalización de muchos años de lucha de organizaciones sociales y pobladores por sus derechos urbanos.

Morón es uno de 12 municipios del AMBA que ha adherido a la ley. En junio del 2015 se sancionó la ordenanza del Consejo Local de Hábitat y Derecho a la Ciudad[3], la cual tiene por objeto en el artículo 1°: “promover la Gestión Democrática de la Ciudad como principio rector de las políticas de hábitat, vivienda y derecho a la ciudad que se adopten o implemente en el ámbito del Municipio de Morón, de conformidad con la Ley 14.449 de Acceso Justo al Hábitat.”

Municipio de Morón

El Municipio de Morón tiene 321.109 habitantes. Según el Censo 2010, aproximadamente el 1% vive en barrios populares. Daniel D’Alessandro, Director de Hábitat y Vivienda del Municipio, nos comenta que el tejido de Morón es un tejido consolidado, no necesariamente con mucha densidad pero si ocupado. Asimismo afirma, “la  problemática es compleja, es grave, es profunda. La escala de la demanda es alta, el contexto sanitario agrava la problemática que tiene que ver con lo ambiental y habitacional” ilustra esta situación con un caso reciente “abrimos una pre-inscripción, en un modelo de cogestión con el PROCREAR Nación y abrimos solicitudes para que la gente pueda inscribirse para un programa de selección que arma el Banco Hipotecario, y en una hora y media se anotaron 600 personas para pedir turno. Y aquí estoy hablando de sectores medios, cuando hablamos de sectores populares, la demanda es aun mayor, la urgencia de respuesta y la complejidad tambien”.

Como particularidad en la organización política del Municipio, la Dirección de Hábitat y Vivienda forma parte de la Secretaria de Planificación Estratégica junto con otras nueve direcciones, entre las que se encuentran ambiente, arquitectura, catastro, planeamiento, obras particulares, infraestructura. La confluencia en esta secretaría es un aspecto favorable en el trabajo articulado de las distintas direcciones cuando los proyectos lo requieren.

Por otra parte, a nivel territorial, Morón esta organizado en 14 Unidades de Gestión Comunitaria (UGC). Estas oficinas descentralizadas promueven un vinculo cercano y una interacción fluida entre el municipio y los pobladores. Lucas Spinosa del Movimiento Evita comenta que “Morón es un distrito ampliamente intervenido desde el punto de vista del hábitat”. Tambien valora la promoción de la participación ciudadana que se establece a partir de la creación de las UGC, “que tienen entre sus incumbencias, competencias en la gesitón del habitat, como por ejemplo, crear consejos vecinales, que discutan los usos del espacio publico, y a su vez esos consejos vecinales  participen del consejo local de hábitat.

Desde el Movimiento Evita Morón, trabajan en cuestiones vinculadas al hábitat en sentido amplio. Lucas Spinosa explica que sus propuestas están orientadas a “repensar y recuperar el uso del espacio público. Uno puede pensar que no es hábitat, pero las repercusiones que tiene en la vida barrial efectivamente da cuenta de lo importante que es para la comunidad”. También menciona que desde la organización, han gestionado recursos para ejecutar mejoras habitacionales de las viviendas de los trabajadores y trabajadoras de la economía popular, así como también de los espacios comunitarios a donde asisten cotidianamente.

Por su parte, la ONG Madre Tierra, trabaja en el municipio de Morón desde antes que se dividiera en Moron-Hurlingham-Ituzaingó. Andrea y Virginia señalan que «Madre Tierra se crea en 1985, y entre sus primeros espacios de trabajo y militancia llevaron a cabo el acompañamiento técnico y social a una red de barrios que había nacido en la década de los ´80, entre los últimos años de la dictadura y en los primeros años de la democracia. Desde allí, conformaron un consejo entre los barrios que estaban sobre tierras fiscales para realizar la regularización dominial de los mismos”. Las acciones de Madre Tierra se desarrollaron de manera sostenida acompañando diversos procesos, alctualmente llevan adelante mejoramientos habitacionales con fondos rotativos, mujeres constructoras y agroecología comunitaria.

La cooperativa “La primera de Gallo” es un caso interesante para conocer otras formas de organización del espacio y los recursos para alcanzar el derecho al hábitat y la vivienda de sus asociados. Como cooperativa han privilegiado los principios de  la autogestión, la propiedad colectiva y la ayuda mutua  social, desde el 2009 “construyendo sin ladrillos”, siendo que hacia el 2014 firman un contrato de comodato con el municipio e inician la obra, logra realizarse el SUM y un avance en los cimientos. Durante los siguientes años la obra avanza de manera intermitente entre la gestión de recursos estatales y/o privados. Hacia febrero de 2020, según Laura Ferrari “nos encontramos con la reanudación de la obra de nuestra cooperativa. Por otro lado, también como cooperativa participamos del Consejo local de Hábitat, que reúne a varias organizaciones sociales y de vivienda que damos pelea por el acceso a la vivienda digna y a un medioambiente saludable”.

Consejo Local de Hábitat

Haciendo una restitución histórica, en septiembre de 2015, se creó en Moron el Consejo Local de Hábitat y Derecho a la Ciudad, bajo la ordenanza 16954/2015. La primera reunión finalmente se pudo efectuar en 2019 con el cambio de gestión.

A mediados de 2019, de manera autoconvocada, las organizaciones se reunieron para promover nuevamente el Consejo Local. Lucas Spinosa agrega que “Nos reunimos en la 1° de gallo, con un halo de esperanza frente a la renovación de autoridades. Luego tuvimos otra reunión en el comedor de Mari, y redactamos un documento que contiene propuestas para la promoción del hábitat justo y el derecho a la ciudad. Dicho documento se presentó en el municipio de Morón en octubre de 2019.[4] Allí se describe que el Derecho a la ciudad “implica incorporar un nuevo paradigma político y filosófico que no se reduce a lo jurídico, sino a entender el espacio en el que vivimos como el soporte de los derechos humanos, ambientales y laborales. Implica también la prevalencia de lo “público”, es decir considerar a la ciudad como un bien común

Actualmente, el consejo está conformado por organizaciones que trabajan en hábitat y vivienda, se han incorporado algunos consejos profesionales, y la perspectiva es ampliar la participación en ese grupo. Es un gran espacio de intervención con mucho más potencial del que hoy tiene, por lo que sostenerlo recogiendo los problemas que estas organizaciones han identificado en la práctica territorial, puede ser un aporte significativo en la implementación de la ley de forma situada.

Los y las entrevistadas valoran al Consejo Local de Hábitat como un espacio de ampliación de la democracia. En particular, Lucas Spinosa comenta que “el consejo hoy funciona de manera autoconvocada, a demanda de algunas organizaciones. Y que es necesario para su institucinoalización que el ejecutivo lo convoque y realice la reglamentación que este requiere.” Por su parte, las integrantes de Madre Tierra estan convencidas “que es necesario que organizaciones como nosotrxs construyamos, y validamos que hay que construir un estado garante de los derechos sociales, y garante de la redistribución de la riqueza, de la justicia social.” Esta posición reafirma su compromiso en la participación activa en la promoción del Consejo Local.

En cuanto a la implementación del Consejo Local de Hábitat, desde Madre Tierra plantean que “…una de las grandes dificultades que hay para una buena implementación de estos consejos es que todavía se percibe como un espacio donde la población se acerca a hacer demandas. Y al revés, en realidad el objetivo central de esos espacios es alimentar un diagnóstico a partir de lo que cada uno sabe del territorio”.  

Hacia la gestión democrática del hábitat

Hemos identificado que el modo en que las instituciones llevan adelante acciones para la transformación del habitat es sobretodo desde una perspectiva de cooperación y trabajo colectivo. De las entrevistas se desprende que de las acciones que se realizan han prevalecido aquellas vinculadas a mejoramientos habitacionales, actividades de promoción comunitaria, y actividades vinuculadas al fomento de la economía popular.

Asi también, el gobierno municipal muestra una perspectiva de articulación con las organizaciones sociales, y apoyo a las acciones propuestas. Esto se puede observar en la propuesta de las UGL, en el acompañamiento en la gestión a las organizaciones, y en la creación del Consejo Local.

La gestión democrática de la ciudad requiere que estas iniciativas existan, y, a su vez que los espacios de deliberación se constituyan como espacios de toma de decisiones conjunta. La participación de las organizaciones sociales, del estado local, de los colegios profesionales, de los desarrolladores inmobiliarios, la cámara de la construcción resultan relevantes para que el Consejo Local se convierta en una mesa de concertación donde se puedan orientar las decisiones urbanas del municipio en materia de hábitat.

 

 

[1] El AMBA comprende a la ciudad de Buenos Aires y a un conjunto compuesto por 24 jurisdicciones (partidos) de la provincia de Buenos Aires cercanas a la ciudad: Almirante Brown, Avellaneda, Berazategui, Esteban Echeverría, Ezeiza, Florencio Varela, General San Martín, Hurlingham, Ituzaingó, José C. Paz, La Matanza, Lanús, Lomas de Zamora, Merlo, Moreno, Morón, Quilmes, San Fernando e Islas, San Isidro, San Miguel, Tigre e Islas, Tres de Febrero y Vicente López.

[2] Según el Censo realizado por el INDEC en 2010, en la Provincia de Buenos Aires habitaban 15.625.083 personas, mientras que en los 24 municipios + CABA 12.806.866

[3] Boletín oficial DECRETO Nº 1411/2015 Ordenanza Nº 16954/15, GESTIÓN DEMOCRÁTICA DE LA CIUDAD. CREACIÓN DEL CONSEJO LOCAL DE VIVIENDA, HÁBITAT y DERECHO A LA CIUDAD: https://acortar.link/FIAhL

[4] https://acortar.link/jOKck

Pasantía 2020: La perspectiva integral en la construccion de una formación hacia el derecho a la ciudad

Autores: Ezequiel Biagioni y Cecilia Maggi

 

Durante septiembre y octubre llevamos a cabo la Pasantía Plataforma por el Derecho a la Ciudad, un proceso de enseñanza – aprendizaje junto a más de 100 estudiantes de distintas carreras vinculadas al hábitat. Los mismos pertenecían a diversas universidades nacionales del Área Metropolitana de Buenos Aires: FADU-UBA, Universidad de General Sarmiento, Universidad Nacional de La Matanza, Universidad nacional de Avellaneda, Universidad San Martin, Universidad Nacional de Lanús, Universidad Nacional de Moreno, Universidad Nacional de La Plata, y la Universidad Nacional de José C. Paz.

Rediseñar la propuesta de formación este año implicó un desafío diferente. El contexto de aislamiento social preventivo y obligatorio, nos obligó a atravesar el proceso de enseñanza y aprendizaje sin compartir el espacio del aula, sin realizar visitas a los territorios. Sin embargo, el objetivo profundo de transformación de nuestra profesión hacia una socialmente valiosa sigue siendo el motor que impulsa ese rediseño.

Este año entonces, pudimos trabajar con les estudiantes y les pobladores, promoviendo relaciones de proximidad restituyendo la historia de trabajo conjunto y repensando críticamente los espacios de la ciudad. Nos encontramos en talleres y foros virtuales; realizamos relevamientos a partir de herramientas digitales, observando las condiciones físicas del espacio, e incorporamos la dimensión social llevando a cabo 30 entrevistas por video llamada a les pobladores del territorio, con la perspectiva de profundizar en el análisis e incorporar la experiencia cotidiana de las personas en la construcción de su hábitat.

Trabajamos en el proyecto de investigación Plataforma por el Derecho a la Ciudad, en la construcción de datos concretos de las condiciones espaciales del AMBA, con la intención de realizar un aporte al registro de la gestión participativa de las trasformaciones en la producción urbana. En ese sentido, nuestro objetivo fue aproximarnos, desde una perspectiva relacional, a comprender algunos aspectos de la desigualdad urbana, enfocándonos en las manifestaciones físicas y sociales que se producen en los espacios de esparcimiento de los territorios de Lomas de Zamora y Malvinas Argentinas.

Desde el colectivo Proyecto Habitar entendemos que es relevante incorporar la perspectiva integral del hábitat a la formación de les futuros profesionales, estudiantes de arquitectura y urbanismo, otorgándole el lugar central que requiere en las instituciones académicas. Poner en valor las propuestas pedagógicas que reconozcan las dinámicas territoriales, que contemplen la producción social del hábitat y los procesos sociales, para trascender la descontextualización y la formación acrítica que reproduce la injusta desigualdad espacial. Desde las prácticas de formación, es necesario participar activamente en los procesos de transformación urbana con aportes específicos, reflexionando sobre los procesos de manera democrática y situada, trabajando colectivamente en la construcción de herramientas disciplinares para revertir las condiciones desiguales del territorio, hacia el derecho a la ciudad.

El urbanismo de lo cotidiano, la perspectiva de géneros en tiempos de pandemia en Latinoamérica*

*El siguiente artículo forma parte de los anexos de las bases del concurso Concurso Mercados Post Covid – 19. Para mas información: https://concursomercadospc19.com/

Autora: Mg. Ma. Eugenia Jaime. Docente, Investigadora. Instituto del Conurbano. Universidad Nacional de General Sarmiento. mjaime@ungs.edu.ar

 

 

LOS MERCADOS DE FRUTAS Y VERDURAS

Entre corridas y empujones, mientras se acomodan el barbijo, van apilando los cajones y canastos con verduras y frutas. Se higieniza la zona del puesto, se preparan los toldos y se intenta guardar distancia esperando que haya lugar para todes. Si hoy no se venden algunas frutas tendrán que llevarlas a la casa. Imposible preparar comida para les compradores o para les trabajadores del mercado, ya nadie compra nada. En los últimos años el número de les trabajadores aumentó considerablemente, las edades son diversas, y no son pocos les menores de edad. Se trata de largas jornadas laborales, abarcan todos los días de la semana, y el día comienza en algunos casos a las 3 de la madrugada, extendiéndose a veces hasta la puesta del sol. Las mujeres que trabajan en el mercado realizan, en general, las mismas tareas que sus compañeros varones, sin embargo, les pagan menos dinero.

Esta escena recorre Latinoamérica, tanto en los grandes mercados como en los pequeños, lo que cambia es la capacidad de sostener el protocolo de medidas preventivas dispuestas para enfrentar la emergencia sanitaria producto del Covid-19.

La distribución de alimentos fue un rubro exceptuado de cumplir con las restricciones de circulación debido a su necesidad vital. Por lo mismo requiere de muchos cuidados para evitar contagios ya que concentra una gran cantidad de trabajadores en torno a ella.

Para dimensionar el flujo de intercambios podemos citar algunos ejemplos:

  • El Mercado Central de Buenos Aires, Mercado Mayorista de Frutas y Hortalizas comercializa mensualmente 100 mil toneladas de frutas y verduras de todo el país para abastecer a los 13 millones de habitantes de Ciudad y Gran Buenos Aires. En su operatoria diaria genera más de 5.000 empleos directos con un flujo de más de 000 personas por día.[1]
  • El mercado Central Mayorista de Antioquia, Central Mayorista, en pleno centro de Medellín, al mes se mueven 270 mil toneladas de alimentos, ingresan más de 55.000 personas diarias y tiene un tráfico de unos 22.000 vehículos por día.[2]
  • El Gran Mercado Mayorista de Lima (GMML) y el Mercado de Frutas No. 2 están moviendo al mes 240 mil toneladas de productos de primera necesidad (verduras, hortalizas y frutas).[3]

En todos los casos el sistema de distribución tiene un alto porcentaje de trabajo informal, y se convierte en el pilar de las posibilidades de existencia de un alto porcentaje de los pobres urbanos de Latinoamérica.

 

CONDICIONES DE TRABAJO

Como indicábamos anteriormente el trabajo en los mercados se realiza en condiciones muy precarias y su remuneración es muy baja; la mayoría de les trabajadores que realizan estas tareas lo hacen ante la falta de otra salida laboral.

En esto último el hecho de pertenecer al género femenino aumenta las dificultades para el acceso a un trabajo de tiempo completo, bien remunerado y esto se debe a un rol construido socialmente, que delega en las mujeres y en los cuerpos femenizados las tareas de cuidado.

El mercado de trabajo (en un cruce multidimensional entre cultura, religión e ideas políticas) traza una ajustada división en la organización del trabajo para hombres y mujeres, tanto horizontal como verticalmente (Ribas Bonet, 2006). Se trata de una devaluación del trabajo de las mujeres que identifica a las actividades masculinas como normales y a las actividades femeninas como inferiores, poniendo en sus manos las actividades reproductivas, la mayoría de las veces no remuneradas por no considerarse trabajo.

En América Latina en promedio las mujeres contribuyen con el 73% del tiempo total destinado al trabajo no remunerado en los hogares, mientas que los hombres con el 27% restante.

En Argentina dos de cada tres mujeres se ocupan en puestos de baja calificación. La gran mayoría se ocupa en tareas de servicios generales, comercialización o gestión administrativa. A la vez que muestran una menor presencia en cargos de jefatura y dirección.

Esta diferenciación se traduce en la valoración del trabajo al momento de establecer la remuneración entre hombres y mujeres, desfavoreciendo a las segundas sobre los primeros. Los trabajos masculinos se pagan mejor que los femeninos. La devaluación del trabajo no remunerado que realizan usualmente las mujeres carece de jerarquía observado desde la perspectiva monetaria.

La devaluación del trabajo femenino invisibiliza el aporte de estas prácticas, y por tanto no permite que se desarrollen los conflictos y las posibilidades de reclamar los derechos asociados se vuelve muy difícil.

Además, el rol asignado al género femenino y a los cuerpos femenizados también limita el tiempo disponible de los mismos para participar en el mercado laboral y condicionar el tipo de trabajo que tienen. Las mujeres poseen una presencia mayoritaria en la economía informal, donde no poseen protección y seguridad social, toman trabajos de tiempo parcial, temporales, en negocios de subsistencia de poca rentabilidad, y en autoempleo. Dinámicas que les permita ausentarse por cuidados o ser acompañadas por sus hijos si fuera necesario. El trabajo en mercados de abastos y comercio ambulatorio es uno de ellos, allí las mujeres se concentran en los empleos de menor calidad, irregulares e informales.

En esta coyuntura las tareas reproductivas, vinculadas al trabajo no remunerado colocan a las mujeres en mayor riesgo de contagio es su rol en el cuidado de enfermos en el hogar, a la vez que son también las promotoras de los trabajos comunitarios voluntarios de cuidados y alimentación. En México, encuestas de uso del tiempo indican que en aquellos hogares con personas con enfermedades temporales las mujeres dedican 23 horas semanales al cuidado de los familiares enfermos versus 13 horas en el caso de los hombres.

 

HUBO UN TIEMPO EN QUE…

Sin embargo, esta relación asimétrica no fue siempre así, hubo momento en la historia en que el par familia-trabajo eran conceptos inseparables, lo mismo que las actividades productiva-reproductivas para las mujeres.

Mollart (1988) nos dirá que aquella “oscura edad media”, fue mucho más que un momento histórico de familias urbanas inmersas en la pobreza laboriosa, «una pobreza discreta, hasta secreta, hecha de mala nutrición crónica, de dificultades de alojamiento y vestido, sin esperanza ni alivio, privada en la mayoría del tiempo de la asistencia otorgada a las formas espectaculares de la indigencia de los mendigos, vagabundos y otros marginados”. Fue un proceso que dio lugar a profundas transformaciones en las relaciones sociales que se tradujeron en el rol de la mujer en la vida urbana. En la historia de la humanidad puede reconocerse una gran diversidad en la conformación de las relaciones humanas y organización del trabajo y la comunidad en la historia y en los diversos lugares del planeta.

Las mujeres desarrollaron todo tipo de trabajo con el fin de sostener el grupo familiar, pero por sobre todo se hicieron cargo de gestionar todos los sectores productivos, realizando tareas como ayudantes, pero también como independientes. Realizaban tareas en el campo y en la gestión del patrimonio rural; comercializando tanto los productos cultivados como artesanías; se habían ganado este espacio porque optimizan con su acción los pocos recursos disponibles.

Las mujeres fueron ganando experiencia y capacidades en actividades productivas ya fuera en la propia casa o ya en otros espacios económicos de los que después tendría que retirarse para volver a su rol en el hogar y los cuidados.

Con la revolución industrial la mujer fue excluida lentamente de los procesos de aprendizaje formal en los oficios agremiados, y de la gestión del trabajo en la industria textil quedando relegada a un rol de auxiliar, donde abundaba la mano de obra femenina y el trabajo mal pago. Se diferenció el trabajo económicamente productivo valorándolo como “real” del trabajo doméstico, económicamente “insignificante”.

En nuestro continente, las mujeres indígenas también sufrieron la desvalorización y depreciación de su trabajo, debiendo transitar un proceso de ruptura entre su rol como generadoras de vida, la estrecha relación que mantenían con la naturaleza y su cosmovisión.

En la situación actual los pueblos indígenas se caracterizan por una tremenda vulnerabilidad habitacional y urbana, que refleja la injusticia social y espacial producto de la estructura desigualdad del territorio. Tanto hombres como mujeres se encuentran en condiciones laborales de mucha precariedad, siendo su participación en mercados de alimentos la base de su economía. Las mujeres, las líderes indígenas responsabilizan al sistema colonial que se instaura con la conquista, y al sistema capitalista como responsable de la escisión que debieron transitar entre su vida y la naturaleza.[4]

Entre sus reivindicaciones el movimiento de mujeres indígenas, se reconocen como “dadoras de vida, no sólo porque parimos sino porque hacemos crecer ese nuevo ser. Nosotras somos parte y estamos dentro de ese vientre que es la Pachamama. Aquí la exigencia es reconocer la vida para todos, pero también con el ejercicio de derechos: iguales oportunidades y espacios para hombres y mujeres” (Blanca Chancosa, líder kichwa ecuatoriana, 2010).

Reflexionar sobre la división sexual del trabajo, la separación de las tareas de cuidado de las tareas productivas, la separación de la producción rural de la producción industrial nos presenta una racionalidad con alto sentido productivista que entendemos que pone en segundo lugar a las personas, y a la mujer en particular.

 

URBANISMO DE LO COTIDIANO

Las condiciones laborales de desigualdad a las que están sometidas prevalentemente las mujeres se relacionan con las posibilidades de alcanzar condiciones saludables para reproducir su existencia en tanto su accionar cotidiano. Pero no sólo es la desigualdad en los roles de trabajo, sino que la vivienda y la ciudad a la que accede también esta signada por malas condiciones edilicias, espacios reducidos, sin ventilación ni iluminación, con servicios insuficientes o inaccesibles, en general se trata de barrios de origen informal, con centros de abastecimiento sin equipamiento para el cuidado de niñes, acceso a la salud o apoyo institucional. Donde los servicios de transporte son de mala calidad o muy costosos, ámbitos donde lo más preciado son los lazos de organización tejidos por la comunidad.

La profunda disociación que existe entre lo público y lo privado nos lleva a encontrarnos en el espacio público despojados del contenido social que estos guardan en nuestras idealizaciones. Las ciudades están planificadas de manera segmentada, fragmentadas en el territorio. Por un lado, está la residencia, por otro lado, está el trabajo, por otro, las actividades de ocio y más allá, el espacio libre, sin equipamiento, sin función. Esto incrementa la dificultad de saber del otro, de conocer sus necesidades y sus experiencias.

La riqueza social que se produce en el acto de encontrarnos adquiere en los mercados una forma utilitaria y funcionalista donde las personas que compran o venden son elementos secundarios que asisten al movimiento de las mercancías. Las frutas y verduras se vuelven protagonistas y las personas simples objetos de circulación.

Sin embargo, como hemos expresado en los párrafos anteriores es necesario pensar un espacio que organice de otra manera el espacio urbano, promoviendo otro tipo de relaciones. Ya que es en las ciudades donde las mujeres se exponen mayormente a la pobreza.

Por todo los expuesto es difícil incorporar a las agendas de la política pública la voz de estos actores, cuya omisión está vinculada como hemos visto con este rol de sumisión asignado históricamente que silencia el conflicto despolitizando la acción que estos agentes practican.

La arquitectura y el urbanismo con perspectiva de géneros requieren visibilizar y problematizar sobre aquellos aspectos del habitar de las mujeres donde urgen políticas públicas para afrontar estas desigualdades estructurales. La vida cotidiana, los espacios de consumo, los espacios públicos, la movilidad y el transporte, la proximidad a los equipamientos y servicios contemplando las diferencias que existen en la práctica según sexo y género. (Jaime, 2018)

 

ACCIÓN PUBLICA y GESTIÓN SOCIAL

Se trata de llevar adelante una propuesta de acción urbana y de gestión que logre articular aquellas cuestiones relegadas al ámbito de lo privado, de la reproducción, de los cuidados, del intercambio cotidiano, con las cuestiones públicas. Se propone en este sentido profundizar la observación sobre la instrumentación.

Necesitamos hacer de las prácticas y herramientas de gestión social, políticas públicas. Esto permitiría incorporar al trabajo cotidiano de gestión social los recursos del Estado.

Nos referimos a recursos tanto económicos como cognitivos y de instrumentación y registro. Promoviendo la estabilización de acuerdos; arbitrando para promover el cambio de escala de los problemas, de modo que puedan ser pública tanto la voz como los instrumentos de los que luchan por transformar la desigualdad social.

En Argentina las acciones púbicas frente al Covid-19 tuvieron como principales protagonistas a las organizaciones sociales para la gestión social de la pandemia.

El establecimiento de un Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) alivió la situación en los hogares llegando mayoritariamente a mujeres. Esto es porque se priorizó reforzar el ingreso de les beneficiaries de la Asignación Universal por Hijo (AUH) administrada en un 90% por mujeres. El IFE también permitió visibilizar el universo de trabajo informal vinculados a los cuidados tanto remunerado como no remunerado.

Con respecto a las políticas de abastecimiento de frutas y verduras, en el mercado concentrador de Buenos Aires se está llevando adelante una propuesta denominada “Compromiso Social de Abastecimiento”. Consiste en la incorporación de la información como herramienta reguladora del mercado, ampliando los conocimientos tanto de les productores como de les comerciantes y consumidores. Se trata de soluciones informativas para aportar a la logística del abastecimiento, tarea fundamental de la ingeniería. Esta propuesta permitirá gestionar socialmente los cuidados frente al Covid-19, para poder conseguir alimentos a precios acordados contando con información, a través de una aplicación móvil, sobre los modos de desplazarse y obtener los productos necesarios según la localización de les consumidores.

Para el armado de la plataforma que da lugar a la aplicación confluyeron en su desarrollo miembros de distintas instituciones, directivos del Mercado Central, responsables de la secretaria de Comercio Interior del Ministerio de Producción de la Nación, y autoridades de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires. Esto refuerza la necesidad de una acción pública que ponga el centro en la sociedad.

 

UN ANDAMIAJE PROVISORIO PARA LA ACCIÓN

 Hemos recorrido a la luz de la perspectiva de géneros las relaciones desiguales que se han puesto de manifiesto a partir del advenimiento del Covid-19. Los grandes y pequeños mercados distribuidores de fruta y verduras de nuestra región, han puesto en relieve las precarias condiciones laborales del trabajo que se realiza allí, así como también lo inadecuado de sus infraestructuras para dar respuesta a los requerimientos de hombres y mujeres que dejan allí buena parte de su vida.

Las desiguales relaciones del mundo del trabajo, las magras remuneraciones que perciben les trabajadores en estos ámbitos, han profundizados los efectos dañinos especialmente en las mujeres, sobre las que recaen las tareas de cuidado y reproducción.

Mirando hacia atrás en la historia hemos podido reconocer la necesidad de centrar nuestras acciones en la promoción de acciones que permitan tanto a hombres como mujeres, reunir su trabajo reproductivo con su trabajo productivo, lo rural con lo urbano, lo público con lo privado.

A la luz de lo analizado surgen algunos lineamientos que podrían servir como andamiaje provisorio para la elaboración de proyectos de gestión social para el desarrollo de políticas de acción pública.

  • Es necesario reconocer las practicas colectivas que permiten a los actores identificarse como sujetos sociales para enfrentar los efectos de la desigualdad evitando aquellas acciones que definen a la población como objeto de ayuda social. (Quintar, 2004)
  • Promover acciones que disminuyan la brecha de desigualdad en el trabajo que hay entre varones y mujeres y desarmen las estructuras de dependencia, y asistencialismo que se gestan en torno a las politicas publicas. Tenemos que aprovechar estas oportunidades para ampliar la concepción del Estado creando herramientas que permitan incoporar a las politicas publicas, las acciones de lucha que promueven justicia e igualdad en los actos cotidianos
  • Identificar los obstaculos que enfrentamos les urbanistas y arquitectes para abordar las demandas de acción formuladas desarrollando proyectos con centro  en los individuos y sus relaciones sociales. Para ello es necesario ir más alla de los objetos “agradables” y las “formas bellas”, profundizando en las necesidades de las personas y promiendo el  el acceso a los derechos urbanos.
  • Realizar propuestas que contemplen la complejidad de actores, saberes y escalas que confluyen en un acto. Las expectativas de les actores tienen que ponerse en juego, para ello es necesario ampliar la escucha, ver mas alla de la demanda funcionalista. Promoviendo un diseño que mejore las condiciones sociales de vida de las personas..
  • Utilizar nuestros saberes en contexto, ordenar los flujos y aliviar congestiones sin dejar de proporcionar los medios para una comunicación profunda sobre la base de las redes de comunicación ya creadas por la comunidad.
  • Pensar un urbanismo y una arquitectura que retomen las bases del encuentro desarrollado historicamente. Los elementos de diseño pueden ir al rescate de formas de relaciones sociales integradoras y solidarias para enriquecerlas con los desarrollos tecnologicos actuales.
  • Diseñar espacios que promuevan el encuentro para la gestión social, para determinar cómo organizar el trabajo, como distribuir equitativamente los bienes y servicios y como dirimir los conflictos sociales que surgen en torno al trabajo.

Murray Brookchin, en su libro “los limites de la ciudad” nos recordaba que “para los griegos la ciudad era algo mas que el producto de las técnicas de diseño o de edificios dispuestos racionalmente”, poniendo en valor “la ciudad como dominio de la libertad y de la buena vida”, donde formamos parte de una totalidad organizada sin perder nuestra individualidad, condición inalienable para la diversidad creativa. Para nosostros tanto estas ideas provenientes de la cultura occidental como las que recogiamos en el desarrollo del articulo de los pueblos originarios de america, son algunas de esas claridades que no pueden pasarse por alto si queremos promover proyectos socialmente valiosos y profundamente democráticos.

 

 

 

BIBLIOGRAFIA

BOOKCHIN, Murray (1978) Los limites de la ciudad. Editorial Hermann Blume. Madrid, España.

BUOLLOSA, Rosana (2013) “MIRANDO AO REVÉS NAS POLÍTICAS PÚBLICAS: notas sobre um percurso de pesquisa”. Extraído de https://revistas.pucsp.br/pensamentorealidade/article/view/17572

FALÚ, Ana (2015) Manual de Género para las Políticas y Planificación Territorial. Secretaria la Integración Social Centroamericana SISCA. Cordoba, Argentina.

JAIME, Ma. Eugenia (2019). “Desnaturalizar las asimetrías”. En: Construcción social de los géneros en la ciudad injusta. Editoras: Jaime, Eugenia; Mansueto Clara. Ediciones: Universidad de Buenos Aires. FADU-Instituto de la Espacialidad Humana. CABA, Argentina.

JAIME, Ma. Eugenia (2018). Urbanismo de los cotidiano. Ediciones Proyecto Habitar. CABA, Argentina.

https://issuu.com/proyectohabitar/docs/urbanismo_de_lo_cotidiano

MOLLAT, Michel (1988) Pobres, humildes y miserables en la Edad Media. Estudio social. Trad. Carlota Vallée. México, FCE.

MUXI, Zaida (2018) Mujeres, casas y ciudades. Más allá del umbral. Editorial:

DPR-BARCELONA. Barcelona, España.

QUINTAR, Aida,  Calello, Tomás (2002) “Prácticas colectivas populares en la Región Metropolitana de Buenos Aires. ¿Indicios de nuevas formas de pensar-hacer política?”, en Rofman, A. (comp.), La acción local de las organizaciones sociales de base territorial, Buenos Aires: Instituto del Conurbano-UNGS/ IDEP-CTA

 

 

 

[1] http://www.mercadocentral.gob.ar/news/protocolo-de-medidas-preventivas-covid-19

[2] https://www.larepublica.co/economia/un-mercado-de-32-millones-de-toneladas-al-ano-2055511

[3] https://www.revistainternos.com.ar/2020/03/como-actuaron-los-mercados-mayoristas-de-frutas-y-verduras-del-mundo-ante-el-coronavirus/

[4] Gloria Alicia Caudillo Felix (2016) Las mujeres indígenas y el buen vivir. Extraído de http://educacionglobalresearch.net/wp-content/uploads/EGR10-04-Caudillo-Castellano.pdf

Frente al desalojo de las familias del Barrio Ferroviario

Autores: Proyecto Habitar

 

Existe un decreto nacional vigente que suspende los desalojos, atendiendo la grave situación sanitaria mundial. A pesar de esto, entrada la noche del 10 de septiembre, se produjo el desalojo de las familias del Barrio Ferroviario, después de 18 días de hostigamiento e intentos de negociación en los que el derecho a la vivienda de los pobladores fue vulnerado. A pesar de lo dispuesto por ley, la Sociedad Operadora Ferroviaria del Estado acciona por el desalojo de un sector del barrio, argumentando que es parte de una “zona de operaciones”. El sector reclamado no se ha utilizado en los últimos diez años sin afectar el normal desarrollo del servicio.

El Barrio Ferroviario es uno de los 4416 que componen el Registro Nacional de Barrios Populares (RENABAP). En octubre de 2018 el Congreso Nacional sancionó la Ley 27.453, que determinó que en estos barrios no pueden realizarse desalojos. Fue una conquista importante de las organizaciones y los movimientos sociales que lograron un reconocimiento del derecho a la ciudad, y un horizonte de posibilidad para la urbanización. A pesar de esta ley, el 10 de septiembre se desarrolló el desalojo.

En las amenazas que pretendieron sin éxito el consentimiento de los desalojados, no hubo representación institucional de los organismos nacionales, provinciales y municipales, vinculados a la cuestión, hecho que dejó a las familias en una situación de gran vulnerabilidad. Distintos representantes de la Secretaría de Integración Socio Urbana de Nación, del Ministerio de Desarrollo de la Comunidad de la Provincia de Buenos Aires, y algunos movimiento sociales se interiorizaron sobre la cuestión durante los últimos días, sin llegar a accionar para revertir el riesgo de desalojo inminente.

Durante la última semana, según el testimonio de los pobladores, el coordinador de seguridad patrimonial de trenes argentinos fue construyendo acuerdos particulares con cada familia: por ejemplo, que muevan sus casillas de lugar, o que achiquen sus patios para generar un pasillo. Estos acuerdos se fueron rompiendo con el paso de los días debido a las contradictorias directivas que surgieron de las autoridades. El 8 de septiembre, según los dichos de los habitantes, la jueza Arroyo Salgado, visitó a los damnificados y manifestó que no serían desalojados. Dos días después, entrada la noche, dictaminó el desalojo de las familias.

Desde Proyecto Habitar vivimos de cerca este proceso, ya que desde mayo empezamos a concurrir al barrio Ferroviario, para asesorar a las 42 familias que conforman el barrio “Victoria”, como es conocido por sus pobladores, en el proceso de urbanización. Urbanizar el barrio es urgente, la falta de acceso a la red de agua y a las redes de saneamiento en el contexto de Covid-19 constituye una cuestión fundamental para toda la población.

A mediados de julio, las familias del barrio “Victoria” frentistas a unas vías del ferrocarril que se encuentran en desuso, paralelas al muro que divide el barrio con el área de funcionamiento del ramal que va hacia Capilla del Señor, comenzaron a recibir visitas de operarios y miembros del sindicato del ferrocarril quienes, según los decires de la población, manifestaban que iban a levantar un muro frente a sus casas, en el único espacio de esparcimiento del barrio, dejando sólo un pasillo mínimo para circular. Frente a esta transformación urbana que afectaría la vida cotidiana de las familias, asesorando desde lo jurídico y técnico, buscamos la manera de conocer quienes estaban detrás de estas directivas. Era desconocido para los pobladores -ningún responsable presente nos supo confirmar- quien estaba a cargo de la administración, podía ser ADIFSE, la Sociedad Operadora Ferroviaria, o el ABB.

Estas familias ya habían sufrido un proceso de intimidación y hostigamiento muy violento en 2018, cuando se radicaron en estos terrenos, hecho que se cristalizó en acciones legales hacia ellos.

En aquel momento se llevó adelante una causa en la Fiscalía Federal de Primera Instancia N°2 de San Isidro (101931/18) y quedo en suspenso con la ley de Régimen de Regularización dominial para la Integración Socio Urbana y la obtención de los certificados que proveía esta ley.

El día 28 de agosto nos volvimos a reunir en asamblea para seguir desarrollando las acciones de la mesa de urbanización. Los pobladores pusieron sobre la mesa la situación por la que estaban pasando. La toma que se había efectuado el día 23 provocó que gendarmería se instalará en el predio, anulando uno de los dos accesos, bloqueando el ingreso para el abastecimiento diario y la mejora de las viviendas, la posibilidad de transitar libremente hacia la estación Victoria por el camino paralelo a las vías y, sobre todo, generando una situación de incertidumbre e inseguridad que atravesó a todes. A esta misma asamblea se acercaron representantes de las familias que estaban en la toma, nos contaron la situación de desamparo que atravesaban, que el único contacto que tenían era con la policía, que les pedían sus documentos constantemente. A partir de esto y con el consentimiento de las familias que estaban allí, nos propusimos acercarnos a la toma nueva. No pudimos ver la situación en la que estaban las familias hasta el día lunes, cuando ingresamos a la zona y observamos que las casillas habían sido movidas de lugar. Entre ellas, la casilla de un poblador que tenía ya varios años en el lugar, y fue desarmada para reubicar, argumentando la necesidad de la construcción de un muro. Según el coordinador de seguridad está situación era transitoria, hasta que resolvieran la situación. Hasta este momento, creíamos que lo que se esperaba era el acuerdo entre las autoridades públicas y la administración del ferrocarril, ya que la jueza Arroyo Salgado había presentado un edicto donde instó a las autoridades municipales, provinciales y nacionales para arbitrar una salida “evitando la judicialización de cuestiones que corresponde al ámbito político”.

Finalmente, se desalojaron no solo a las familias q hicieron la toma, sino a las que se localizaba cerca del predio. No sé respetó el protocolo de desalojo, se actuó durante la noche, se violentó la salida de la gente de su vivienda, y el Coordinador de Seguridad Patrimonial de la empresa se niega a darnos respuesta sobre la actuación realizada.

En síntesis, han sido vulnerados los derechos de los pobladores. Contrariamente a lo que se ha querido instalar en algunos medios, ninguna de las casas construidas por los pobladores del barrio afecta el funcionamiento del ferrocarril, han sido expulsados a pesar de que los desalojos actualmente están prohibidos por el contexto de la pandemia, y más aún en este caso, ya que este barrio está dentro de los que el RENABAP dispone a urbanizar por Ley nacional.

 

 

 

Lo cotidiano en la toma de Guernica. La lucha por un espacio para la vida.

Autor: Miguel Caamaño y Javier Orlando

 

Desde el lunes 20 de julio se estima[1]  que 2 mil familias de tres barrios de la zona decidieron tomar un predio de 100 hectáreas del Barrio Numancia, en el Partido de Presidente Perón, al sur del conurbano. Necesitadas de un espacio para la vida, las familias ocuparon el predio que se encontraba en estado de abandono desde hace más de 40 años.

El barrio, esta formado por cuatro zonas: 20 de Julio, San Martín, La Unión y La Lucha, cada una de estas zonas tiene unas 20 a 25 manzanas con unos 18 a 22 lotes, con accesos y calles internas que proponen la integración a la traza urbana existente promoviendo la continuidad de las mismas.

El trabajo por parte de las familias es constante, realizan ollas populares que brindan el sustento diario de alimento a los y las pobladoras. Tambien estan trabajando en el proyecto para las viviendas, los espacios verdes, las salitas, asi como espacios de recreación, jardín de infantes, un centro cultural con apoyo escolar, merendero, comedor y actividades culturales.  

Los cuidados frente al COVID-19, no fueron fáciles de efectivizar debido a las condiciones del hábitat y la vivienda. El acceso al agua segura para consumo y la energía eléctrica son limitados o nulos.

El trabajo sostenido que realizan las familias para autoproducir su hábitat se puede observar en las fotografias que compartimos. El derecho a la vivienda y a la ciudad se invisibiliza cuando se criminaliza la lucha por un espacio para la vida. 

Como arquitectes, la revisión crítica de estos procesos nos moviliza a pensar constantemente cómo desarrollar procesos hacia la universalización de conocimientos y la construcción de políticas públicas que incluyan como parte de sus objetivos el acompañamiento técnico-profesional. De esta forma, pobladores y trabajadores del hábitat seguimos en conjunto, construyendo un camino para promover la transformación necesaria.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

[1] Si bien todavía no se realizó un censo, las diferentes organizaciones locales estiman una población de de 2000 familias  que equivalen a 10000 personas.

MEJORAMIENTOS HABITACIONALES EN CAMPO UNAMUNO

Autora: Maite Niborski

 

Esta semana reiniciamos junto con la cooperativa de Campo Unamuno y la federación de cooperativas del movimiento evita, las obras de 32 mejoramientos habitacionales en distintos barrios de Campo Unamuno, Villa Fiorito, Lomas de Zamora.
En estos tiempos de cuarentena y aislamiento social fueron paralizadas, al mismo tiempo que se hizo visible la necesidad histórica del acceso a una vivienda saludable.
Estas obras son producto de varios años de lucha de sus pobladores, proceso que acompañamos desde el 2016, y que tiene el sentido de mejorar la calidad de los espacios de la vivienda para la vida cotidiana.

La mesa de trabajo de Campo Unamuno se gestó en el año 2012 por la preocupación de referentes de los distintos barrios que conforman Campo Unamuno para mejorar las condiciones de habitabilidad del lugar donde viven[1]. Con apoyo de la Defensoría General de la Nacion y la organización barrial consolidaron la mesa, instrumento que les permitiría tener representatividad de las demandas sociales del territorio en el municipio, a través de la causa Mendoza. Demandas en relación a la contaminación del suelo y del agua, de la necesidad de acceso a los servicios básicos de electricidad, cloacas, agua para consumo humano, gas y tratamiento de los residuos solidos urbanos, así como mejorar las condiciones de las viviendas.

En 2010 a partir de la causa mendoza, se firmó el Convenio Marco para el Cumplimiento del Plan de Urbanización de Villas y Asentamientos Precarios en Riesgo Ambiental de la Cuenca Matanza Riachuelo[2], a ejecutarse en etapas. Para Campo Unamuno se resolvió la producción de 217 mejoramientos habitacionales. A estos fines, se conformó la Cooperativa de Trabajo Campo Unamuno, con la idea de que los propios vecinos del barrio sean quienes produzcan las mejoras. Y se inició un proceso de gestión para retomar las obras, que nos encontró con la organización. Desde hace 4 años Proyecto Habitar y representantes barriales que conforman la mesa de trabajo y la cooperativa de trabajo de Campo Unamuno, trabajamos de forma conjunta para llevar adelante las obras de mejoramiento habitacional en los barrios D.A.M., 3 de enero, Libertad, 1° de Octubre y 2 de Mayo.

Desde el 2016 a la actualidad, trabajamos en distintos convenios por un total de 139 mejoramientos de viviendas, de las cuales 28 fueron terminadas, 15 están en obra actualmente, 2 quedaron frenadas, y 94 aún no están iniciadas. De los 4 convenios celebrados para las obras, 3 se encuentran paralizados por falta de pago de los organismos responsables, y el cuarto reinicia esta semana con escasos recursos y desembolsos inciertos, que dificultan su proyección. En el tiempo que llevan los trámites que suceden a las distintas oficinas estatales, entre relevamiento, proyecto, presupuesto, pliego, licitación y firma del convenio; y finalmente desembolso y comienzo de obra, se ha transformado la realidad económica del país con su consecuente impacto en los costos de la construcción y en la necesidad de les pobladores para mejorar su hábitat. ¿Cómo inciden los tiempos y las demoras en los pagos sobre la aplicación de los programas de mejoramiento habitacional en el territorio?

 Cuando se firmó el convenio en 2016,  el valor del m2 de obra rondaba los $13.000, el valor del dólar estaba a 15 pesos, lo que daba un valor de $400.000 para hacer la mejora. El convenio estuvo inactivo hasta 2019, donde se dispusieron los recursos para iniciar. En ese entonces, el valor de obra había pasado a $30.000 /m2, el valor del dólar había aumentado a $45, y el monto del convenio se mantuvo invariable; lo que provocó que los mismos $400.000 sirvieran para hacer una obra que contemplara las condiciones sociales de las familias, la mano de obra, los materiales, las herramientas y el trabajo profesional. El costo de los materiales y herramientas no se pudo sortear; esto implicó una restricción en la posibilidad de transformar materialmente el espacio para les pobladores, así como la precarización del trabajo de la cooperativa y del equipo técnico. Precarización que se visibiliza en las remuneraciones de quienes trabajamos, pero también en las condiciones en las que se desarrolla la práctica; dificultando el acceso a insumos básicos de oficina, movilidad, víveres; elementos de seguridad e higiene, y herramientas que mejoren la producción.[3]

A la vez implicó tomar decisiones sobre lo prioritario, en un contexto de urgencia. Construir más metros cuadrados y relegar las terminaciones en los casos de hacinamiento crítico, construir menos metros, priorizando condiciones de confort térmico e hidrófugo en casos de deficiencias pulmonares crónicas, entre otras. Una reducción de las transformaciones posibles, que no terminan de dar respuesta al déficit habitacional.

Esta situación se agravó con la inestabilidad en los pagos por parte de los organismos. Debíamos certificar acorde al plan de trabajos mensualmente, pero los pagos de cada certificado a la cooperativa se realizaban cada tres meses, situación que nos demandó proyectar una obra que permitiera estirar los recursos de un mes en 3 meses, y que se sostuvo hasta que debimos paralizar las obras por falta de pago.

El aporte del acompañamiento técnico en este sentido resulta fundamental para hacer valer los escasos recursos. Radica en el trabajo sostenido para ajustar las posibilidades de materialización a las condiciones dinámicas de la realidad, producto de los retrasos en los pagos que disponen los plazos de la burocracia, y las necesidades variantes de la población. Requiere un trabajo sostenido, porque demanda resoluciones provisorias, ajustes en los programas y planificaciones, situar los proyectos a las necesidades actuales de les pobladores, y a las posibilidades materiales de transformación.

En Argentina 12.000.000 de personas habitan en viviendas inadecuadas, de los cuales el mayor porcentaje consiste en viviendas recuperables. Los programas de mejoramientos habitacionales son necesarios y valiosos, en tanto posibilitan el rescate de lo producido social y espacialmente por les pobladores; y dan respuesta a mejorar las condiciones de precariedad material de la vida cotidiana. Contemplar el impacto del tiempo, en la desvalorización del recurso estatal dispuesto y su relación con la posibilidad de acción en el territorio, es necesario para ir hacia programas más dinámicos; con el sentido de que los recursos que se disponen, estatales y también sociales, se reflejen en un resultado en la mejora de las viviendas para la población.

 

[1]El asentamiento denominado “Campo Unamuno” se sitúa en el Partido de Lomas de Zamora, Provincia de Buenos Aires, en el extremo noreste de ese distrito, delimitado por el arroyo Unamuno, el Camino de la Ribera, la calle Hornos y la calle Chivilcoy. Se encuentra a su vez, dividido en nueve barrios: “Libre Amanecer”, “Soledad”, “La Lonja”, “1o de Octubre”, “Diego Armando Maradona”, “3 de Enero”, “17 de Marzo”, “2 de Mayo” y “Libertad», con una población, aproximada de 7.000 familias. Fuente: https://www.mpd.gov.ar/index.php/programas-y-comisiones/231-equipo-de-trabajo-rio-matanza-riachuelo-wp/1743-campo-unamuno

https://auno.org.ar/vecinos-de-villa-fiorito-en-lucha-por-la-urbanizac/

[2] El Convenio Marco para el Cumplimiento del Plan de Urbanización de Villas y Asentamientos Precarios en Riesgo Ambiental de la Cuenca Matanza Riachuelo determina dar respuesta a 17.771 soluciones habitacionales en barrios populares de los 14 municipios de la cuenca, de las cuales se entregaron 3.725 (el 20% en 10 años), y 6.000 obras figuran iniciadas.

[3] Para ampliar sobre las condiciones del ejercicio profesional en el hábitat popular, se recomienda la exposición de Ricardo de Francesco en la mesa de Diálogos Urbanos, Ciudad Pendiente capitulo 3, organizada por el Colegio de Arquitectos de Rosario. Link: https://www.youtube.com/watch?v=HM7Qvc6yST8

 

Impactos del COVID-19 en el barrio Ferroviario, “La Victoria” de San Fernando.

Autora: Ma. Eugenia Jaime

 

Hace más de dos años un grupo de familias ocupó tierras del barrio Ferroviario, dando origen a una nueva urbanización “La Victoria” de San Fernando (ver video).

Ocupa una franja de tierra de 1 ha (una), lindera a las vías del ferrocarril General Mitre. La población que allí habita, presenta grandes dificultades para acceder a los servicios públicos de infraestructura de agua, electricidad y cloaca y un alto porcentaje de desocupación o de ocupación informal. 

La Victoria, como lo llaman sus pobladores está dentro del perímetro identificado con el nombre Ferroviario en el Registro Nacional de Barrios Populares en Proceso de Integración Urbana (RENABAP), declarado de interés público por la Ley Nacional 27.453. Detrás de un largo muro se encuentran dos portones que las 140 personas que conforman el barrio tienen que atravesar para llegar a sus hogares.

El servicio eléctrico, es precario, una manzana se sirve de un poste de alumbrado que se ubica a más de 300 metros y la otra está servida por una extensión acoplada a un antiguo tendido, que se ubica dentro del predio. No posee medidores individuales y sufre cortes y caídas de tensión. Con respecto a la red de agua potable, tienen una extensión precaria que se sirve del agua de un tanque ferroviario, pero no es apta para beber.

La calidad de los senderos es regular y la débil conexión con la calle no permite el acceso de camiones de recolección de residuos. Se incrementa la dificultad de transitarlos cuando la caminata es con botellas y bidones de agua que tienen que cargar en una canilla del otro lado del muro para acceder al agua. Lo mismo ocurre con el abastecimiento de energía para la calefacción y cocción de alimentos. La red de gas es inexistente, hecho que provoca la utilización de gas envasado en garrafas de 10kg y, en algunos casos, el uso de leña.

Dentro del barrio existen algunas instituciones, tales como el Comedor y Merendero “La Victoria” y la iglesia “Ministerio internacional Luz en Victoria”. Con respecto a los a establecimientos escolares de nivel inicial, primario y secundario, estos existen en las inmediaciones del barrio (menos de 1km); lo mismo sucede con las infraestructuras para la salud. 

Los cuidados frente al Covid, no fueron fáciles de efectivizar debido a las condiciones del hábitat y la vivienda. En un comienzo era difícil conseguir que los niños se queden en sus casas. En dos oportunidades el municipio llevo botellas de agua un bidón de lavandina para cada familia.

La falta de agua potable se convirtió en un obstáculo y no contaron con asistencia municipal para el abastecimiento ni para la prevención. Hubo al menos dos casos positivos que no consiguieron ser asistidos en sus domicilios. El tratamiento y la prevención estuvo a cargo de cada familia a través del uso del barbijo y alcohol en gel.

Las familias quedaron en su mayoría desempleadas, en parte por la alta tasa de empleo informal. Quienes trabajaban formalmente primero fueron suspendidos y luego despedidos.

Los préstamos, las ollas populares, los merenderos, y en algunos casos las salidas de cartoneo palearon la situación. Hubo también ayuda de personas sin fines de lucro que llevaron bandejas de comida, ropa, etc.

Quienes recibieron el ingreso familiar de emergencia se vieron favorecidos. Algunas familias pudieron comprar material para mejorar sus casas que estaban muy deterioradas, otras compraron mercadería.

La crisis sanitaria sumada a la crisis urbana-habitacional esta golpeando fuertemente a las familias del conurbano quienes están recibiendo en su cuerpo el castigo por una desigualdad estructural que necesita urgente políticas redistributivas, tanto económicas, como de suelo urbano.